Cap. 16: Mi seguridad

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- ¿Me están diciendo que compartiré habitación con Jason y Madison?-Pregunté algo alterada, lo que me hizo subir el tono de voz, provocando que algunos se detuvieran y me prestaran atención.

- Bien, señorita...-Me dijo, indicando a que bajara la voz. - Nuestra única habitación disponible es la del joven Jason, pero, para evitar comentarios molestos hemos optado por que la señorita Madison se quede con ustedes. Super visando todo, es lo más prudente, ya que representa al subdirector en todo esto.

- Y... ¿No hay otro lugar?-Pregunté tratando de convenserla.

- Temo que no, todas las habitaciones están llenas-Insistió - La habitación contiene dos camas individuales y una que está al margen en pequeño compartimiento, suponemos que haí dormirá el joven. De todas maneras, debido a que el muchacho es un instructor del establecimiento, posiblemente no esté en la habitación y gracias al variado programa que tenemos organizado para los estudiantes, seguramente usted tampoco.

- ¿Que pasa con la regla del ala oeste?-Formulé, en años anteriores, la primera regla (al menos para las chicas) era mantenerse alejadas del dormitorio de hombres y viceversa, antes de las 5pm, que, en este caso sería algo ironico, ya que dormiría en ese lugar.

- Bueno, como ya este caso es extremo, obviamente esta regla no será válida para usted, aunque le recuerdo que no es debido estar a altas horas de la noche en un dormitorio de hombres-Añadió - Vale. Todo está listo-Me dió una tarjeta roja - Esta es su llave. Repito, disculpe los inconvenientes y disfrute la estadía.

- Gracias-Contesté, aún estaba un tanto desorbitada, pero de todas maneras, tomé mi maleta y me dirigí hacía la entrada donde había un señor indicando direcciones, supervisando, y encargandóse de que todo anduviera en orden. Me integré a la fila, y una vez llegó mi turno le pasé mi tarjeta, al ver el número frunció el ceño. - No es un error, estoy con los chicos-Afirmé.

- Bien...-Asintió, aún desconfiado, pero sin prestar mucha atención. - Habitación 3-14-Dicho esto me dejó pasar.

Había llegado a la sala principal, la cual contenía una decoración veraniega y cálida, nada había cambiado, era justamente igual como la recordaba. El salón, era enorme, exageramente grande. Un gran espacio con un lustrado y brillante piso de caoba claro. El lado principal, es decir el fondo que encabeza el salón, estaba decorado con un rústico ladrillo, el cual solo tenía aquella pared, brindando toda la elegancia posible al resto de la sala. Aquel ladrillo (o mosaico) de un posible color rojo vino hacía contraste con el piso. En aquella pared, estaba hubicado, un enorme televisor pantalla plana de unas 80 pulgadas (al menos es lo que pude persivir al verlo de reojo) y a unos metros se encontraba la chimenea, la cual estaba encendida. Las demás paredes tenían también un opaco color que combinaban con la pared decorada de ladrillos, y el piso de caoba. Frente a ella, habían dos sillones colocados en diagonal al rededor de la chimenea. Había bastante espacio, lo que daba oportunidad a unos hermosos y largos muebles que estaban contra la pared, un juego hermoso de sofás de color canela el cual tenía un pequeño decorado parecido a encaje dorado. El salón era muy espacioso y había una gran variedad de sillones. En medio, una enorme mesa de café cristalina. Del otro extremo del lugar se encontraba un gran marco que dividía el salón de estar con el comedor, y en una esquina, una hermosa pecera.

El lugar además de hermoso, era bastante tranquilo, tal vez porque no había nadie, salvo por un par de estudiantes que leían tranquilamente. Empecé a caminar despacio, pero lo no lo suficiente para que no se escucharan mis firmes pasos y el sonido de las ruedas que provocaba mi valija. Me dirigí hacía el ala oeste, pero no tenía que ver con ala u oeste, solo era un ancho pasillo tapizado, y una gran alfombra gris que recorría todo el pasillo, el cual, contenía todas las puertas de todas las posibles habitaciones de chicos. Algunas estaban abiertas, en ellas, algunos chicos desempacando e instalándose, como abría de esperarse, mi presencia llamaba bastante la atención, se detenían a mirarme por el molesto sonido que provocaba mi caminar y el arrastrar de las ruedas. Sabía perfectamente que estarían pensando "¿Que demonios hace una chica aqui?" Sin prestar atención me dirigí hasta el final del pasillo donde había una enorme puerta marrón que decía en letras cursiva 3-14. Introduje mi tarjeta y la abrí con cuidado.

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