Cap. 1: Tengo que estar loca

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¿Alguna vez te ha pasado que miras esas películas o lees esos libros románticos y en tu interior anhelas un chico de esos? ¿Observas a tu alrededor, te encuentras con todas esas parejas felices, y no te sientes patética?

O Dime que ¿no te haz detenido a pensar como sería si tuvieses un novio tan perfecto como esos de aquellas novelas?  Es algo natural fantasear con esas cosas, algo muy que nos sucede a todas las lectoras, ¿No? Pero hay una parte de nosotras que está totalmente conscientes de que es poco probable de que lleguemos a conocer a uno de esos chicos que narran en nuestras historias favoritas, tenemos la pequeña esperanza de que, algún día encontraremos a la persona perfecta, como ese de aquella novela.
En el mundo real los chicos son un conjunto de imperfecciones infinitas, la mayoría si quiera tienen sentimientos ni conciencia. Pero, yo soy como ustedes, por alguna extraña razón aun tengo esperanzas de que ese chico salga de esa libro tan famoso, llegue a mi escuela, y se fije en mi.
Suena patético incluso al leerlo en voz alta. Pero todas estamos conscientes de que es exactamente lo que queremos que pase.

Suelo mirar a mi alrededor tratando de buscarlo, aveces cruzo miradas con algunos, e incluso me suelen pedir mi número  telefónico, pero todo se reduce a un par de semanas en los que intentan conquistarme y ahí termina todo. Es que no puedo tener algo más? ¿Un Edward por ejemplo? De vez en cuando leo y experimento todas esas cosas increíbles que están escritas allí, como si de verdad me sucediesen a mi, y es asombroso; pero cuando llega el final de esas historias, me doy cuenta de que a la larga no soy yo y empiezo a pensar en lo triste que es mi existencia, y ¿que puedo hacer? La diferencia entre la realidad y la ficción es que en esas obras todo es perfecto y nos da falsas esperanzas. En la realidad, tu también tienes que poner de tu parte para que la historia marche bien. En la mayoría de las historias casi siempre tienen un final feliz, en la vida real, los mejores momentos no tienen que venir necesariamente en el desenlace de la historia. Nosotros somos los que decidimos cuando y quien vale la pena para compartir nuestra felicidad; y que con qué tipo de personas nos relacionaremos a lo largo de nuestra vida.

En dos días es mi primer día de instituto, entro ya a tercer año. Y no me avergüenza decir que a lo largo de mis diecisiete años solo he tenido un solo novio. Y, recuerdo que él ni siquiera sé lo tomó en serio. He ahí la respuesta a lo que acabo de decir, ¿Que ganan las personas con algo pasajero? Salir con una persona un par de veces, tomarse cantidades de fotos, y llevar una relación que solo la impulsa la atracción física.
Eso no es lo que yo quiero; si alguna vez llamaré algún chico "mi novio" será el día que tenga a alguien de verdad a mí lado, que me quiera a mí y no a mis rasgos faciales. Cosa qué tal vez nunca suceda, tomando en cuenta la sociedad en la que vivimos. Así que, me he resignado al hecho de que moriré sola. Y me parece bien.

Alguien dijo alguna vez que debes luchar por lo que quieres, en mi opinión, hay cosas que la vida te da sin tu siquiera esperarlas, no podemos salir a la calle buscando la felicidad, pero ese es el detalle, que cuando tu menos te lo esperas la vida te da esa sorpresa.

Una sorpresa qué tal vez la consideremos como un problema, al menos al principio.

***

—¿Kaily?—Me susurró alguien. Aun estaba un tanto dormida y bastante cansada, pero tuve que abrir los ojos gracias al tedioso sol que provenía de la ventana, el cual me golpeaba en el rostro con agresividad, y en conjunto con la persona que me tocaba el hombro, me vi en obligación de abrir los ojos.

—¿Que pasa?—Pregunté, mientras estiraba mi cuerpo y daba un profundo bostezo.

—Siento haberte tenido que despertar—Mencionó Diana, la cual se encontraba sentada en mi cama. Aquella pelirroja de ojos verdes opacos y gruesos labios rosado palo, llevaba una coleta de caballo con algunos flequillos, y tenía puesto una camisa por dentro y una falda oscura de piel, era
mi mejor amiga. Nos conocimos cuando nos mudamos a la ciudad, en quinto grado  y desde entonces ha sido como mi hermana, ya saben, de esas amigas que siempre están para influirte en cosas implícitas pero que lo que más desean es tu bienestar y felicidad.

Problem |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora