Traidor.

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Edgar.

Abrí los ojos confundido al no reconocer el lugar donde me encontraba. Con cuidado me puse de pie, mi cuerpo entero protestaba al comenzar a caminar. Mi mente era otra historia, cada uno de los acontecimientos pasados se repetían una y otra vez en mi memoria. Torturandome lentamente. Porque... de alguna manera, estoy a cargo de la vida del Manu... Sentía unas enormes ganas de llorar, se vería muy extraño ir llorando por la calle, caminé hasta llegar a mi casa. Por suerte no había nadie, me senté sobre el taburete alto de la cocina, entre curar mis heridas y beber ese ron frente a mí... Opté por lo segundo. ¿Para olvidar? No. Para volverme igual de amargo que él, pues al parecer eso es todo lo que hay en mi vida. Nada más que una eterna amargura, la única que se apiada de mí. Porque ni yo me apiado de mi mismo. Llevaba cuatro botellas de ron y quizás... se tomara el bar de su padre entero. Hasta que alguien llamó a la puerta, tardó varios minutos en ponerse de pie y otros minutos más en llegar a la puerta. Al abrirla, sintió como un nudo se formaba en su garganta, como se le paralizaba el cuerpo y como el sudor frío cubría su frente. Lo mejor pudo haber sido, no abrir la puerta...

☆ ☆ ☆


-¿Cómo que algo le pasó al Edgar?

Con una flojera extrema, Jaime intentó sentarse en el sofá de la sala mientras veía como el Nico colgaba el teléfono.

-Eso, algo le pasó. Se escuchaba decaído y muy triste. Con esa vocecita que pone a veces de "Ya nada tiene sentido".

Se quedó pensativo unos minutos. ¿Sería posible que...
Justo antes de sacar su conclusión, Nicolás fué a abrir la puerta, un Edgar borracho, bastante feliz y nervioso se encontraba frente a ellos.

-¡Holens! ¿Qué hacen? ¿Cómo están? Wom, tanto tiempo.

No se le entendía la mayoria de las preguntas, su estado lo hacía ver solo patético... Pobre muchacho.

-E-Edgar... ¿Estai' bien?

Edgar por su parte le sonrió a Nico a la vez que pasaba un brazo por sus hombros.

-Estoy la raja, wom.

Y seguía riéndose como siempre. Jaime observaba cada movimiento del más alto, intentando resolver un nuevo enigma en su cabeza, en el cuál el Edgar y el Bestia, eran los principales exponentes.

-Vamos Edgar, descansa un rato.

Jaime llevó casi a rastras al Edgar a la cama, necesitaba tenerlo en sus cinco sentidos, pero no estaba mal que le sacara un poco de información aprovechando su estado. Con poca delicadeza dejó al más alto caer como un saco de papas sobre la cama. Golpeó despacio unas cuantas veces su cara para que reaccionara.

-¡Edgar weon!

Este abrió grandemente los ojos y le sonrió.

-¿Qué pasa amigo?

-¿Te hicieron algo, Edgar?

Podía ver como por sus ojos pasaba la situación y como el miedo se apoderaba de estos.

-No, no weon, si yo estoy bien.

-Ya. ¿Le hicieron algo a alguien cercano a ti, entonces? ¿A tu mamá o algún familiar?

Las gotas de sudor no tardaron en aparecer en el rostro del ruliento, podría decirse que lo que estaba intentando Jaime era presionarlo hasta que la verdad saliera a la luz, pero también sabía que con el Edgar eso no era muy fácil.

-N-No, Jai-me...

Le quedaba solo el ultimo recurso.

-¿Cómo está el Manuel?

Our Present. {Jaidefinichon.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora