Parte 3

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Al día siguiente Dana despertó (en la casa que había seleccionado) y lo primero que hizo fue comprobar que aún tuviera las navajas medialunas, al sacarlas y comprobarlas éstas vuelven a tener una sustancia roja y viscosa (bueno, ahora seca) pegada a sus hojas, ahora Dana puede asegurar que es sangre; los recuerdos de la noche anterior le vienen (seguido de comprobar y quitar la sangre de sus dagas), el cómo se había encargado del muchacho a mano limpia después de tumbarlo al suelo, del cómo los seguidores del "sofocado" habían venido en su ayuda e intentado tomar represalias para el final culminar con sus velas vitales.


"¿Quién hubiera pensado que mi memoria muscular sería mejor que mi memoria cerebral?" pensó Dana, sorprendida de sí misma.


Ese día Dana volvió a recorrer la ciudad en busca de algún indicio que le ayudara a recordar, pero lo único que consiguió fue miradas de odio y uno que otro golpe, que por suerte no activaron su memoria muscular.


Al atardecer Dana estaba frustrada por no conseguir nada, con hambre y sed y no se podía quitar la sensación de que era de suma relevancia que recordara por lo menos algo previo a su aparición en el claro o la razón por la que estaba en el bosque.


A lo lejos Dana ve una frutería y justo en ese momento su estómago ruge recordándole que tiene hambre (como si necesitara de un recordatorio), voltea a su alrededor en busca de alguien que quiera ayudarla pero todos le dirigen una mirada de odio o simplemente la ignoran, por lo que resignada toma una decisión...

Amistad vengativa (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora