Capítulo III

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Es curioso como el mundo se transforma de la noche a la mañana, como de un día tranquilo jugando en el parque con un grupo de amigos en un picnic espontaneo se abrió paso la oscuridad tragándose consigo la cordura.

Mis provisiones están por agotarse.

Poco después de huir de la iglesia fuimos atacados, dudaba mucho que fueran los caídos, no teníamos tiempo para quedarnos a averiguarlo. Corrimos por mucho, vi tanta muerte... muchos vagaban sin saber que hacer... ¿Qué tan lento debe pasar el tiempo cuando eres solo un holograma o residuos de lo que un día fue la humanidad?

De alguna forma nos dispersamos y yo me las arregle para encontrar refugio en un viejo edificio medio destartalado a unos kilómetros de la iglesia, me lleve una sorpresa cuando me di cuenta de que había más refugiados, entre ellos niños, viejitos y mujeres.

Al llegar me miraron con recelo, suponía que pensaban que tendrían que dividir las reservas de alimento con alguien más, pero eso era lo último que me importaba... o al menos eso creí hasta que comenzó a darme hambre.

Muchas veces me pregunte cuantas veces soportaría... ¿Cuánto tiempo viviría antes de perder la poca humanidad que me queda?

Un grupo de niños se arremolinaron alrededor de la última barra de pan. Han pasado mas de 4 meses desde la noche oscura, desde que el cielo se tiño de negro y sangre, eventualmente lo sabíamos... el alimento llegaría a su fin.

Diario me preguntaba que habrá pasado con mis compañeros de la iglesia, y la gente en sí. Aun sigo viendo fantasmas, pero finjo no verlos para que no se acerquen a hablarme, si alguien me viera hablando con alguno de ellos probablemente piense que sea alguna especie de monstruo o un espía de parte de los caídos.

Se corrían muchos rumores de que era el juicio final, hubo muchos que en su desesperación corrieron a las montañas y desaparecieron dejando gritos aterradores que aniquilaron nuestras escasas esperanzas de sobrevivir.

-No lo soporto mas -dijo una mujer de al menos unos 40 años con un bebe en brazos.

Abrió la puerta del condominio frente a los ojos anonadados de todos.

-Janette, no lo hagas -dijo Vladimir deteniéndola del brazo.

-Vivir así no es vivir -salió a la calle y comenzó a correr con la criatura en los brazos.

Entonces lo vimos, descendió en un animal bestial, similar a un caballo con piel negra adherida a los huesos y casi podía jurar que podías ver una cosa negra y viscosa en el lugar en el que debería ser su corazón.

Un ser alado, con una capucha negra y rostro cadavérico descendió del caballo, podría jurar que mide más de 3 metros, sin lugar a duda Janette se veía del tamaño de una hormiga junto a ese ser.

-El angel de la muerte -dijo la voz de un hombre poniendo su mano sobre mi hombro -. Al menos no fue alguno de los otros.

Pero no estaba segura de que era peor, incluso llegue a preguntarme si el infierno pudiera ser peor que esto.

Blandió la guadaña en su mano y con un suave movimiento de muñeca la madre quedo hecha trizas, todos observamos como él bebe quedo flotando en el aire y por un momento tuve la esperanza de que no le harían nada. Los niños soltaron pequeños gritos aterrorizados, note que aquel ser me miro una milésima de segundo antes de que dos de los refugiados cerraran rápidamente la puerta.

-Devria -dijo el líder del condominio.

-Estoy bien -una mujer canosa se acerco a limpiar mi rostro con un pañuelo sucio -. A estas alturas eso era lo mejor.

DevrianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora