Parte 9

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Cuando volvimos a clases yo lo acompañaba hasta su sala y luego yo me iba a mis clases. Cuando él terminaba antes que yo, le pedía que se quedara afuera de mi sala y me mandara una foto, quizás estaba siendo algo obsesivo, pero no quería perderlo de vista por nada en el mundo. Yo pensaba que ni eso lo salvaría de quitarse la vida. 

Pasaron meses, pasé a mi quinto año, él pasó a su tercero. Agarramos las vacaciones de verano y lo invité a pasarlo con mi familia, accedió y viajamos a donde vivían ellos. Conseguí un auto así que conduje mientras él observaba alrededor, sacaba fotos y así. 

-Nunca había salido de esa ciudad -Dijo mientras observaba el camino lleno de arboles a los costados. 

-¿Jamás de los jamases? -Dije mientras apoyaba mi cabeza en la cabecera del asiento. Vi que negó con la cabeza -Me alegra ser tu primera vez entonces -Reí suavemente.

También le escuché una mini risa. En una de esas, agarré su mano y la puse sobre la palanca de cambios. Se puso nervioso, entonces puse mi mano sobre la suya e hice un cambio, él quedó asustado, yo sonreí ante su sorpresa.

-¿Quieres aprender a manejar? 

-¿Y si lo choco? 

-Yo me las arreglo. 

Accedió y le prometí que a finales de verano, ya tendría su licencia de conducir. Pasaron un par de horas y llegamos a destino, nos estaban esperando con un asado y unas chelas. Yo pasé porque andaba conduciendo y Yelo aceptó una. Se dio cuenta que todos nos reíamos y se contagió de ello. Comenzaron a incluirlo en todas las conversaciones, además nos preguntaron un montón de cosas, entre algo incómodo pero risueño. Amaba verlo feliz. Amaba que mi familia lo tratara como uno más de ellos. 

Pasamos dos meses ahí, viajamos a las playas cercanas y Manu estaba feliz de salir de la rutina. Pudo ocupar ropa más reveladora que un buzo y un poleron grande, ya que sus heridas y moretones se habían ido. Pagué todo por él, me daba lo mismo, no quería verlo preocupado por eso. 

Cuando volvimos, en el camino me dijo que me detuviera en un estacionamiento formado por los mismos conductores, este daba una vista entre cerro y océano. Amé que haya encontrado ese lugar. Transitaban pocos vehículos, por no decir que solo nosotros. Apoyé mi cuerpo en el auto mientras veía que el Yelo sacaba fotos, observaba cada movimiento, su nivel de concentración, su capacidad de encontrar paisajes dentro de paisajes, era una persona inigualable. 

Cuando guardó su teléfono, observó por un tiempo más el paisaje, luego se giró para mirarme directamente a los ojos. Algo había cambiado, ya no estaba tan apagado como antes, tenía un brillo que no había visto antes. Se acercó a mi y puso su cuerpo de forma que su cabeza quedó en mi pecho, yo lo abracé y apoyé mi mentón en su cabeza. 

-¿Pasa algo? -Pregunté mientras olía el olor de su shampoo.

-Nada, quiero intentar algo nuevo. 

-¿Como qué? 

No respondió, en cambio, se fue agachando hasta quedar de rodillas frente a mi. ¿Acaso...?

-¿Quieres? -Preguntó con sus manos en la hebilla de mi correa. 

-E-eh... si tú quieres -dije claramente nervioso. Me puse rojo.

Yelo sonrió y comenzó a desabrocharme el pantalón, me los bajó junto a mi ropa interior y tomó mi miembro con sus manos. Tomé una bocanada de aire y miré al cielo. Luego sentí cómo mi pene comenzó a humedecerse gracias a los movimientos de su lengua. Lo miré y se echó todo mi pene a la boca. En ese momento sentí un cosquilleo por todo mi cuerpo que me obligó a soltar un gemido. 

-Yelo... -Me miró de una forma tan seductora y coqueta que me mató por dentro. 

Estuvo así por lo menos diez minutos. Se levantó y comenzó a bajarse sus ropas. Sacó desde un bolsillo un condón y me lo colocó para luego él apoyarse de frente en el auto y ponerme a mí detrás de él. 

-¿Listo? -Me preguntó mientras me miraba por sobre su hombro. Yo solo asentí. Se había lubricado él solo y a mi me tocaba metérselo. Con su mano, acercó mi pene a su entrada y yo puse la fuerza para introducírsela. -¡Eddie! -Gimió algo fuerte. Tragó saliva y se quedó mirando hacia en frente. -N-no sabía que era tan grande. 

No sabía si lo decía de verdad o porque ya lo tenía practicado pero no era momento para preguntarme weás. Así que comencé a embestirlo suavemente, a veces recibía indicaciones suyas para que continuara más rápido. Se escuchaba el golpeteo entre ambos y me excitaba de una forma descomunal, puse sus manos en su espalda y las agarré para que no pudiera hacer nada. Seguí aumentando lo fuerte y Yelo gemía cada vez mas fuerte. El líquido lubricante del condón comenzaba a escurrir de a poco, en una de esas, sin previo aviso, el Yelo aprieta un poco y eso me llevó al cielo mismo. Me corrí. Lo embestí un par de veces más y saqué mi miembro de él.

Se dio la vuelta y me miró. 

-También te amo.

Yo sonreí. Me arreglé mis ropas y él las suyas. Subimos al auto y continuamos el viaje. Durante el trayecto, me di cuenta que aún me quedaban unas horas para llegar, el Yelo se había quedado dormido hecho bolita en el asiento, tomé mi chaqueta que estaba en los asientos traseros y se la coloqué por encima. Comenzaba a hacer frío por la noche y no podía poner calefacción porque sino me dormiría yo y no era la idea. 

Se me cerraban de a poco los ojos y decidí que era mejor parar a dormir aunque sea una media hora. Me estacioné en una estación de servicio y antes de apagar el motor, Yelo se despierta.

-¿Ya llegamos? 

-No, me estaba quedando dormido. Duermo una media hora y seguimos -Le dije y apagué el motor para luego echar el asiento hacia atrás. Puse una alarma y cerré los ojos.

Escuché que se movió un poco, puso su mano sobre la mía y me quedé dormido. 

the perfect boy - edyeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora