Capítulo 40 (parte 1)

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—Harry —interrumpió Louis, hablando entre dientes—. Estoy entrando en celo.

Harry se quedó atónito durante unos segundos y apartó su mano de la pierna del alfa enseguida. ¿Celo? ¿Ahora? Era ridículo. Tenía que ser una broma. Sí, una broma pensó comenzando a sonreír. Louis no estaba entrando en celo porque él podría sentir el cambio en su olor en ese caso.

—¡Me asustaste! —lo regañó el omega golpeando su hombro.

—Tenemos que regresar —murmuró Louis al tiempo que doblaba en una cuadra demasiado rápido.

Harry tuvo que agarrarse del asiento para no chocarse contra la puerta. Lo miró sorprendido cuando Louis siguió acelerando después de entrar en la otra calle. Sus manos ejercían una fuerza descomunal en el volante y su frente había comenzado a transpirar. ¿Qué demonios?

Cuando dio la siguiente inspiración lo notó. El aroma del alfa estaba volviéndose mucho más dulce y tentador. Su cuerpo vibró y sintió una oleada de calor recorriéndolo, junto con unas repentinas ganas de echársele encima. No puede ser.

—¡¿Estás en la fecha de tu celo?! —exclamó mirando a Louis sobresaltado—. ¡¿Y no pensabas decírmelo?!

—Creí que tu embarazo lo bloquearía —contestó Louis haciendo un esfuerzo sobrehumano por concentrarse en el camino.

Harry entró en pánico cuando los cambios en su cuerpo se hicieron más visibles. Louis tenía que detener el coche antes de que no pudiera permanecer más tiempo sentado en el asiento. Pero también tenía que presentarse en el evento de la editorial. Maldición.

—Pues, evidentemente, tu estúpido instinto de alfa quiere embarazar a cualquier omega.

Louis gruñó mientras manejaba y Harry sintió una patadita en su vientre en respuesta. Joder, ¿cómo iba a ayudarlo estando sus bebés de por medio?

—¡No me provoques, Styles! No llegaremos a casa si me cabreo.

Harry resopló, agarrándose con fuerza del asiento para contenerse de quitarse el cinturón y tirarse encima del alfa. Y, porque si no lo hacía, era probable que saliera disparado por la ventana por lo rápido que estaba conduciendo Louis.

—¡Bien! —exclamó enfadado por el rejunte de emociones que estaba teniendo—. Volvamos. Pero más te vale que encuentres una soga para atarte a la cama porque, si le haces daño a mis bichitos, no me importará quedarme sin alfa.

—No voy a dejar que me ates a la cama.

Louis dobló de nuevo de forma brusca en una calle. Harry cerró los ojos, deseando que de esa forma el celo de Louis no lo afectara tanto. Aunque, en realidad, sabía que no había nada que pudiese hacer para quitarse su aroma de la cabeza. Esta no era la forma en que había planeado terminar la noche. Al menos, no debía preocuparse por hablar sobre su embarazo con desconocidos.

—¿Tienes una idea mejor? —preguntó Harry, alzando la voz.

—No pasaré mi celo contigo en estado.

—¿Ah, no? ¿Y con quién quieres pasarlo? —bramó el omega extremadamente cabreado —. ¿Te gustaría que llame a otro omega? Puedo pagarte el hotel también. ¡No hay problema!

—¡No me refería a eso, joder!

El gruñido del alfa retumbó en las paredes del coche. Harry se obligó a sí mismo a calmarse porque esta discusión sólo estaba empeorando el panorama. Respiró profundo provocando que el aroma del alfa entrara por sus fosas nasales. Una corriente eléctrica recorrió su columna vertebral. De pronto sentía cada milímetro de su piel ardiendo y la cicatriz de su marca latiendo contra su cuello, recordándole que estaba allí. Si él estaba teniendo problemas con controlar su cuerpo, no quería imaginarse lo que sentiría el alfa. Joder, ¿cómo podía Louis conducir en ese estado? Todavía no entendía cómo funcionaba el poder de autocontrol del alfa. Miró por la ventanilla y comprobó que todavía estaban en las afueras del centro, muy lejos del barrio donde vivían. Mierda.

Asistente (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora