Capítulo 22

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- Está bien. Tranquilo Harry, estoy aquí – dijo Louis mientras lo estrechaba más entre sus brazos. Él sólo podía dejar reposar su cabeza en el hombro del alfa y respirar su aroma una y otra vez como un intento desesperado de retener las lágrimas en sus ojos – Estamos solos, no hay más alfas aquí. Nadie va a hacerte daño.

Harry alzó la vista para comprobarlo. Se sorprendió de que ya no estuviesen en el burdel sino en la oficina de Louis. Ignoró que se veía un poco diferente y algo futurista porque el contacto con el alfa se sentía muy real. Y su olor definitivamente era real. Le atribuyó su estado de ensoñación a lo embriagante que era el aroma.

- Louis... - levantó la cabeza para mirar su expresión y el alfa alzó las cejas instándolo a que continuara hablando - ¿Tú crees que yo... que yo... podría ser tu omega? – preguntó con temor a que la respuesta fuera negativa así que bajó la vista hacia el piso. Louis lo tomó de la barbilla obligándolo a que lo mirase nuevamente.

- Harry. ¿Cuándo vas a entenderlo? Tú ya eres mi omega – respondió cepillando su mejilla con su pulgar delicadamente. Los ojos del alfa se habían vuelto comprensivos y cariñosos, y Harry amó conocer esa faceta de él.

- Quiero que me marques. Ahora, Louis. Márcame – rogó mirándolo a los ojos y el alfa frunció el ceño sorprendido.

Harry tiró su cabeza hacia atrás para dejar su cuello al descubierto para él. Cerró los ojos esperando que Louis le concediera su deseo. Iba a doler así que se preparó mentalmente para ello. No le importaba cuánto mal le hiciera, quería que Louis lo reclamara desde que lo había conocido y estaba dispuesto a hacerle caso a su omega por primera vez. Porque estaba seguro de que Louis era su alfa. No más juegos, no más vueltas, quería pasar el resto de su vida junto a él. Louis podía ser frío, calculador, narcisista pero él lo amaba a pesar de eso. Amaba lo demandante que era, lo posesivo que se volvía en su presencia y cuánto lo deseaba a cada minuto. Dios, amaba todo de él.

- ¿Podemos despertarlo, Lou? Ya durmió mucho – escuchó una voz tranquila y femenina como proveniente de muy lejos.

- No. Vayan a cepillarse los dientes – contestó la voz de Louis de forma tajante.

- Jo, yo quería hablar con él – refunfuñó una voz femenina muy parecida a la anterior pero algo más chillona.

- Pero, ¿vas a dejarlo durmiendo aquí?

- Voy a llevarlo a la cama. No me hagan volver a repetirlo: a cepillarse los dientes.

Harry abrió los ojos de forma pausada cuando la conversación terminó de despertarlo. Se encontró perdido, no recordaba ni dónde estaba pero era obvio que se había quedado dormido en alguna parte. Louis apareció de pie frente a él además de dos adolescentes castañas e idénticas que enseguida reconoció como las hermanas del alfa. Él tenía puesto un traje como los que usaba para trabajar y las betas estaban en pijama.

Los recuerdos empezaron a llegar de a poco a su mente. Se había tomado un taxi al salir descompuesto del burdel donde se había desatado el caos, entendiendo ahora que todo lo que había pasado allí había sido real. Extraño pero real al fin. El taxi lo había dejado en la puerta de la casa de Tomlinson y él había tocado varias veces el timbre pero como no obtuvo respuesta entró con sus llaves. Había llorado cuando se dio cuenta de que Louis no estaba en su casa, o eso creía, y lo último que recordaba era sentarse en el sillón grande con uno de sus sacos que había descolgado del perchero para impregnarse con el olor del alfa. Y evidentemente se había quedado dormido allí.

Rápidamente se sentó en el sillón porque le entró vergüenza por haber irrumpido en la casa del secretario y quedarse dormido como si nada. Louis lo miró de brazos cruzados con sus profundos ojos celestes y el semblante serio. En cambio, las gemelas le sonrieron ampliamente.

Asistente (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora