Compromiso

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"¿Qué era un compromiso?"

La marea indicaba buen camino cuando las olas ayudaban con la guía. La madera resonando por las velas del gran barco de aspecto colorido era una melodía para sus oídos, un sonido de fondo, acompañado por el hospedaje de su hogar. No cabía duda que su semblante quedó perplejo cuando su capitán dejó esa pregunta al aire, aunque con su poca expresión facial, su uso de razón ponía en duda lo que acababa de escuchar. Debía entenderlo, pero era difícil. Hace semanas atrás, Luffy pudo escuchar un tema que lo dejó algo desconcertado, llevándolo de la mano con la curiosidad y lo desconocido. Había escuchado hablar a dos personas acerca de un tema en particular, pero no podía recordarlo, o expresarlo de manera correcta, fue tan extraña esa situación, pero la única palabra que quedó grabada en su mente fue lo que había soltado en su momento de inocencia.

Pero primero lo pensó bien, sabía que podía confiar en sus amigos, pero sabía que alguien en específico podía ayudarlo con esa duda, alguien que ya ha vivido por mucho tiempo.

Su vista se perdía en el cielo tardío, esperando en la ignorancia de su inocencia, recibiendo el incómodo silencio del hombre cuyo cuerpo ya no compartía del calor. Si pudiera parpadear, lo haría, pero las cuencas de sus oscuros ojos vacíos miraban atentamente a su capitán y finalmente, le respondió. —Luffy, aún eres un alma joven como para buscar el significado de aquella palabra. — el esqueleto ladeó su cráneo, sin ningún tipo de vida en su apariencia, pero en su voz se notaba lo chismoso que andaba.

El menor bufó, infantil. —Ya dimeee, recuerdo haberlo escuchado, pero no entiendo. — su cuerpo que yacía en el suelo de la proa se giró sobre su eje, quedando de frente a su compañero esquelético. Comenzando a rascarse la nariz con su meñique.

Brook rió suavemente, sentándose junto a su capitán, mientras sostenía una pequeña taza de té. —Si son órdenes de mi capitán, lo ayudaré con lo que necesite. — comentó, Brook pensó bien en sus palabras, no quería enredar a su amigo y por ello, un corto silencio los envolvió sobre la marea. —Luffy, en una situación muy especial, cuando dos personas están dispuestas a compartir sus vidas, se juran estar juntos por toda la vida. — Brook explicaba calmadamente, bebiendo de su té.

Luffy meditó, entendiendo a duras penas. —Ahh, ¿Cómo una promesa? — preguntó, sacando un moco y tirándolo hacia quién sabe dónde.

—Sí, exactamente. — Brook añadió. — Una promesa que duraría por mucho tiempo, compartiendo la lealtad y el afecto entre ambas personas, pero… con intereses un poco más allá que la amistad. — sus manos huesudas se unieron, gesticulando su explicación con paciencia y sabiduría.

Sus palabras crearon un pequeño vínculo, "lealtad y afecto". La mirada de Luffy volvía a perderse en las nubes, conversando con su interior cuando las ideas creaban pequeñas escenas. Torció sus labios a la vez que pestañeaba numerosas veces, pensando, quedando plasmado. Los quería a todos, amaba a su tripulación, pero su conciencia le daba el espacio a alguien demasiado especial, sonriendo como reacción al recordar su rostro. Sus ojos captaron la esencia de su bondadosa alma y brillaron junto el sentimiento en su pecho.

Ahora la tarde estaba más hermosa que antes.

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—¡Muy bien! No llamen la atención y tampoco causen problemas. ¿Entendido?

Eso fue lo que escucharon de su navegante antes de partir a la ciudad. Un atractivo sitio comercial para gastar las ganancias en lo que necesitarás. Sus identidades podían ocultarse sin problema, llendo en grupo entre las calles y multitud, los sombrero de paja estaban a gusto con la compañía de cada uno, disfrutando del paseo y observando cada cosa. Era agradable, pero por más que quisiera sonreír con ellos, su conciencia le exclamaba alterado, sin poder ignorar el grito desesperado de su mente. Luffy no podía pasarlo por alto y eso lo molestaba, buscaba todas las posibilidades de olvidarlo, pensar en cualquier cosa, incluso en ir alguna parte a vaciar un almacén lleno de comida, pero frenaba en alto con el amargor en la boca por las ideas que aquellos sentimientos le generaban. Todo pasó después de aquella tarde con su charla de su músico esquelético. Sus pensamientos comenzaron a pelear entre si, imaginando, creando un sin fin de torbellinos que no paraba de atormentarlo y Luffy se rompía la cabeza por tratar de recuperar la sanidad otra vez. Le rugía el estómago, pero no tenía hambre, miraba el cielo pensativo y tiraba de la moneda para ver qué decisión tomar. Correr o quedarse, las palabras de su compañero lo guiaban como un camino de piedras por el río cristalino.

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