18. capítulo dieciocho.

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El aire se sentía caliente. El zumbido de las moscas entraba en sus oídos, manteniéndolo alejado de sus pensamientos. El barro estaba denso bajo sus pies desnudos y todos los fluidos le causaban escalofríos, pero Taehyung no dejó de caminar ni un solo segundo.

El sol estaba saliendo, iluminando los miles de cadáveres y cabezas sobre las lanzas, algunos sin órganos faciales, otros descompuestos casi en su totalidad. Era una escena realmente inhumana, despojada de cualquier atisbo que recordara la capacidad de razonar y sentir que tanto presumían los licántropos.

Caminando por El Campo de Lanzas, Taehyung pensó que así se veía el interior de Jungkook. Y quiso llorar.

Estaba desnudo, y solo. Luego de perder todas las energías de su lobo, había transmutado a su forma humana justo a la entrada de ese horrible lugar. Así que se abrazó a sí mismo, procurando cubrir su vientre, y simplemente siguió avanzando en un trance en el que su mente le repetía a gritos que no se detuviera.

Nunca tuvo mucho, así que perderlo todo en una noche fue sencillo. Y eso no hacía que doliera menos.

¿Cuánto más debía sufrir?

Su lobo estaba callado, quizá durmiendo para recuperar lo perdido al correr por horas. Y su consciencia también, su cuerpo comprendiendo que para sobrevivir debía usar sus fuerzas en salir de Évrea, luego podría lamentarse. Taehyung sentía que cuando lo hiciera, jamás dejaría de llorar.

Cuando casi tropieza al meter su pie accidentalmente dentro de un cadáver fresco hundido en el barro, en su estómago destruído, Taehyung sintió sus labios temblar. Arrancó su pie de ahí, ignorando la sensación húmeda de los órganos y tejidos que nunca podría olvidar, y los restos atrapados en sus uñas. Apretó el abrazo a su alrededor y continuó, mirando sólo al frente.

Se encontró con un hombre empalado. Probablemente era de los pocos que conservaban su cabeza, aunque no tenía ojos. Llevaría muerto un par de días, no estaba tan descompuesto. El frío hizo que Taehyung deslizara sus manos rasposas, por la sangre seca en ellas, y le quitara la camisa que cubría su torso. Era holgada y abrigada, de las que usaban los campesinos. Cubrió su desnudez con ella y le quitó los zapatos de cuero café que tenía, cubriendo sus pies gélidos y sucios. Aunque sus piernas continuaban expuestas, se sintió reconfortado por el débil rastro de feromonas de Alfa en la prenda.

Antes de continuar caminando, Taehyung se inclinó ante el hombre y susurró un "gracias".

El silencio volvió a envolverle mientras cruzaba esa zona. Y sólo fue consciente de su cabello cuando una ráfaga de aire caliente y con un aroma horrible removió los largos mechones que caían por su espalda, rozando sus muslos. Con la única intención de hacerse una coleta y amarrarla con sus mismos mechones, Taehyung juntó sus manos en sus hebras y trató de peinarse, hasta que notó algo que le quitó el aliento.

Su cabello ya no era azabache. Estaba teñido de blanco, por completo. Allí entendió el silencio de su lobo; estaba deprimido, pasando su duelo con total tranquilidad sin traspasarle ningún sentimiento de pérdida o tristeza. Lo que ninguno podría evitar, eran los cambios físicos.

Del cadáver empalado a su lado, sin cabeza, colgaba un reloj de bolsillo unido a una cadena de oro. Con el reflejo repleto de polvo, Taehyung pudo ver su rostro y se encontró con sus iris sumidas en un triste y frío gris.

Cortar la unión mataría a un Omega normal. Sin embargo, a Taehyung le había arrebatado su color, su esencia de vida. Lo avellana en sus ojos y el ébano de su largo y hermoso cabello.

Tomó el reloj en sus manos temblorosas y observó el reflejo de su cuello. Su piel yacía tan pálida que cada vena se veía violácea y clara, como fuera trasparente. Lo que provocaba que la mordida en su cuello se viera púrpura, con manchas verdes y conectada a múltiples hilos violetas y rojos que avanzaban por el costado de su cara y a lo largo del hombro y pecho, cruzando su clavícula.

Dejando caer el objeto dorado al barro, alzó la cabeza al cielo, mirando con ojos vidriosos el bello amanecer.

Buscó en su interior hasta la más mínima cosa que le ayudara a continuar caminando. Sus manos buscaron su vientre y lo acunaron, sintiendo que en cualquier momento rompería a llorar y cedería al cansancio tanto de su alma como de su cuerpo.

Apretó los párpados, rogándole a su lobo.

Yo te amaba, Jungkook. Realmente te amaba... te amo, y por eso esto duele tanto. ─Susurra, su voz rasposa y débil.

Entonces, un diminuto sonido brota de su interior. Su vientre palpita y reconoce aquel sonido como una especie de tambor, con ritmo constante y retumbando dentro de su pecho, sacudiendo a su corazón. Luego, otro más. Y otro, y otro.

Abre los ojos, sin saber muy bien qué trata de decirle su lobo. Pero se consuela con aquel sonido, como pequeñas voces que le alientan a seguir.

Toma aire, y a su costado ve una de las tantas cabezas escalofriantes enterrada en una lanza. Con cuidado, toma ambas mejillas de aquella mujer, cerrando sus párpados y cubriendo sus ojos vacíos. La alza hasta quitarla de la punta afilada y la deja en el piso con delicadeza, luego empuña la lanza y con la diestra agarra todo su cabello junto en una coleta débil.

Lo corta, a la altura de los hombros. Los largos mechones se desparraman por el barro y allí, Taehyung ve mejor su tonalidad blanca, casi tanto como el color de la luna.

Agarra uno y lo usa para amarrar el resto del desastre en su cabeza en una coleta mucho más corta y desprolija, quitando la incomodidad en su rostro y despejando sus ojos. Con su pie cubierto con aquella bota de cuero, rompe el largo palo de la lanza y se queda sólo con la punta afilada, simulando un cuchillo.

Sorbe la nariz, limpia el sudor en su frente mezclado con la sangre y tierra, y sigue avanzando.

Jungkook había dicho "Ámame hasta el día en que muera". Pues bien, él ya estaba muerto para Taehyung.

Hay belleza en las cenizas de un corazón que ardió por lo que amaba.

- Ron Israel

Taehyung siempre tendría belleza en su interior. Es por ello que Jungkook estaba tan furioso, porque sabía que Taehyung lograría sobrevivir a todo eso y a mucho más. No era una obra de arte, era el maldito artista en persona.

youngblood ¡ kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora