• 𝐇𝐚𝐬𝐡𝐢𝐛𝐢𝐫𝐚 𝐈𝐧𝐨𝐬𝐮𝐤𝐞 •

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Inosuke asomaba su cabeza por la pared para ver a la de cabellos bicolores y sentía su rostro empezar a calentarse. Le era tan molesto sentir su estómago revolverse o su cara arder cada que la veía y sentía hasta nervios de acercarse y hablarle, eso nunca le pasó ni estando frente a demonios. Creyó que estaba enfermo y fue a preguntarle a Shinobu si había algo mal con él, tal vez un demonio lo había envenenado.

— Ara Ara, Inosuke-san, ¿solo sientes esto cuando ves a Tsuki-chan, verdad? Parece que estás enamorado de ella.

Enamorado...

¿Qué demonios era eso?

Rápidamente buscó a Tanjirō que estaba junto a Zenitsu, no le importó mucho la presencia del rubio y le preguntó al pelirrojo. Ambos chicos se sorprendieron por su pregunta, pero aun así le explicaron varias veces, Tanjirō le respondía sus dudas con paciencia hasta que se había quedado un momento en silencio mientras pensaba.

— ¿Y por qué preguntas eso? ¿Acaso estás enamorado de alguien, Inosuke?

— ¡Ja! ¿Ese jabalí enamorado de alguien? No lo creo...

— Tsuki. Quiero a Tsuki.

Se quedaron plasmados al ver que había pronunciado bien el nombre de la chica. Zenitsu empezó a chillar e hizo un escándalo, molestando un poco a Inosuke que en vez de golpearlo y gritarle como siempre, se fue con Tanjirō a su lado que estaba feliz por su amigo.

— Inosuke, estoy feliz de que aceptes por fin tus sentimientos hacia Tsuki-chan. Tienes que decírselo, piensa algo lindo pero que tenga toda tu esencia. Podría ser...

Tanjirō le dio varias formas de declararse, todas eran creativas y románticas, tan cursis que le dio vergüenza e intentó pensar en algo, pero se frustró tanto y pronto le dolió la cabeza. Decidió irse corriendo al bosque a pensar un poco.

Tsuki era alguien muy bonita, su cabello se le hacía raro pero le gustaba, y no todo era físico, ella le hacía sentir bien cada que estaban juntos, le daba mucha comida deliciosa y era muy amable.

Mientras caminaba vio una flor blanca y automáticamente pensó en ella por su cabello y al acercarse a tomarlo, a unos pocos metros había una piedra tan negra y cuando fue de un árbol cayeron algunas bellotas y también las tomó.

Eran cosas bonitas que le recordaban a ella. Los animales solían dar algunos obsequios a sus parejas y estos se juntaban, seguro que algo similar pasaría. Después de todo, los regalos que él le estaba dando eran mejores que cualquier otro.

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Tsuki estaba en la cocina ordenando un poco los utensilios que habían sido utilizados para el almuerzo. Miró la bandeja llena de comida en la mesa y sonrió al recordar al azabache de puntas azules, ese día no había ido a buscar ración extra y su postre y ella se lo había guardado, aunque le resultaba extraño ya que sabía de sobra de su gran apetito.

Suspiró y fue a lavarse las manos. Iría a ver si había más quehaceres o algún herido que debía ser atendido, pero tan pronto como se asomó aquel chico de abdomen descubierto apareció entre a ella.

— Inosuke... Pensé que no vendrías.

— Yo... Tengo algo que decirte — Su tono nervioso la confundió y entró con él detrás a la cocina nuevamente. Quiso tomar su mano, pero ambas las tenía detrás de su espalda, eso era raro.

— Dime, ¿Sucede algo? Si te sientes mal puedo ayudarte y si tienes hambre no te preocupes, te preparé una bandeja extra con postres y demás solo para... ti...

Se quedó helada al ver los objetos que tenía Inosuke en manos y que dejó esparcidos por la mesa. Había una hermosa flor blanca, varias piedras negras y blancas y bellotas grandes.

— Inosuke...

— Eso... ¡Eso es tuyo, mujer! ¡Acéptalo y sé mi reina! ¡Seremos los mejores, yo el más fuerte y tú la más inteligente! — Respiró profundo y hubo un breve silencio — ¿Qué... Qué dices, Tsuki?

Abrió los ojos y sonrió enternecida, tomó con delicadeza la flor blanca y se la puso tras la oreja tras olerla un poco. Se acercó al chico y con delicadeza le quitó aquella máscara para dejarla en la mesa y poder ver el rostro sonrojado de Inosuke, quien mantenía aún el ceño fruncido y sus labios temblaban de forma muy leve. Le parecía tan adorable.

— Inosuke, te amo. Acepto tus regalos y te acepto a ti — De la mesa sacó un dulce dango y se lo pasó — ¿Tú me aceptas a mí? ¿Aceptas ser mío?

Río avergonzada y él con pena le arrebató y lo puso nuevamente en la mesa.

— ¡No te rías del gran Inosuke-sama!

— No me estoy burlando, solo me parece lindo y no sé — Lo abrazó de manera desprevenida — No te enojes, no lo hice con malas intenciones.

Inosuke la miró mal y con sus mejillas más que rojas, ella quería reírse al compararlo con un tomate. Tsuki se separó y puso sus manos en su rostro, dudaba un poco en hacerlo, pero finalmente estampó con suavidad sus labios contra los del de puntas azules.

— Eso fue... ¡Increíble! ¡Quiero más! ¡Hazlo de nuevo!

Gritó apenas se separaron. No pudo decir media palabra cuando él la besó con torpeza y siendo mucho más rudo y rápido, jamás imaginó llegar a este punto tan pronto, pero no se quejaba, le gustaba la forma hostil de ser de Inosuke y a pesar de no saber nada sobre el tema besar, ella creía que no lo hacía nada mal.

— Te quiero.

— Ah, yo... ¡Yo quería decirlo antes!

Río al verlo así y lo abrazó emocionada.

𝐎𝐧𝐞-𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬 𝐊𝐢𝐦𝐞𝐭𝐬𝐮 𝐍𝐨 𝐘𝐚𝐢𝐛𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora