• 𝐊𝐨𝐜𝐡𝐨 𝐒𝐡𝐢𝐧𝐨𝐛𝐮 •

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Shinobu daba miedo, le aterraba hacer cualquier cosa frente a ella y cometer un error y que ella le gritara, y aunque sonara contradictorio, le tenía miedo como también era inevitable no reírse al verla a alguien tan pequeña furiosa.

La menor Kochō odiaba mucho a Tsuki, no soportaba su presencia porque siempre tenía que hacerla enojar y se reía de ella. ¿Acaso la veía como un maldito chiste? Con solo escuchar su risa y ver su maldito rostro burlándose de ella... la hacía ponerse tan roja como un tomate y solo aumentaba las burlas.

— ¡Ya deja de reírte como idiota!

— Es que... ah... es que pareces un... — Ni podía hablar bien por la risa — ¡pareces un tomate!

— Tch, imbécil.

Avergonzada decidió irse rápidamente, ignorando los llamados del chico. Suspiró intentando calmarse, odiaba mucho ser emparejada con Tsuki, no entendía como todos podían soportar sus burlas molestas, ¿o solo la molestaba a ella?

— ¿Uh? ¿Por qué tienes esa cara? Vamos, Shinobu, sabes que me gusta verte sonreír... si tienes esa cara de molestia todo el rato te saldrán arrugas y espantaras a Tsuki-kun. Aunque creo que te seguirá queriendo a pesar de que te conviertas en una viejita arrugada.

— ¡¿qué es lo que dices?! — sintió su rostro ponerse rojo y su hermana sonrió al notar eso.

— Vamos, no es ningún secreto que tú y Tsuki se traen algo... siempre están riéndose y la pasan bien. Él siempre te protege y cuida.

— ¡Se la pasa molestándome siempre! ¿Acaso no ves eso, hermana?

— No lo hace con malas intensiones, es solo que te enojas muy rápido. Es muy lindo cuando esta contigo.

Frunció más el ceño avergonzada y fue a su habitación a descansar. Después de bañarse y cambiarse de ropa, se recostó en su futón y cerró los ojos, sentía su corazón latir y una molestia en su estómago, todo eso porque había una persona rondando por su mente y no era más que Tsuki con sus cabellos bicolores y ojos azules sonriéndole.

— Maldita sea...

Se removió incómoda, dando vueltas tratando de pensar en otras cosas que llegaban todos a los mismo; Tsuki. Finalmente suspiró y abrazó su almohada, sentía sus mejillas calentarse e inevitable fue sonreír al pensar en aquellos ojos azules que la miraban con calidez y su sonrisa, también que era el único que parecía apoyarla.

Tal vez sí se llevaban un poquito bien.

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— Shinobu, bien hecho. ¡Tus estocadas son cada vez más precisas!

— Uhm, ¿en serio lo crees?

— Por supuesto, tienes un pulso y una puntería excelente. Ahora practiquemos un poco tu fuerza.

Bajó la cabeza con vergüenza de que supiera lo débil que era. Por alguna razón, anhelaba su aprobación y temía que pudiera burlarse o decir algo respecto a su debilidad.

Pero no tenía más opción, así que estuvo en un combate contra Tsuki con un bōken, aunque siempre tenía una actitud despistada y risueña, era muy fuerte y su manejo con la espada era excelente, no sería sorpresa que se hiciera pilar algún día.
Bōken: espada de madera.

Estuvieron unos minutos más hasta que Tsuki le ganó. Shinobu tenía tanta vergüenza que se dio la vuelta, no quería escuchar nada respecto a su fuerza y ver su cara burlándose de ella.

— Shinobu, eres...

— ¡Sí, lo sé! ¡Soy muy débil porqué soy pequeña! ¡No tienes que decirme algo que ya sé!— Gritó evitando su mirada. Sintió como se acercaba y un escalofrío la recorrió cuando sintió sus manos sobre sus hombros que dieron la vuelta, sus dedos tocaron su barbilla y la obligar a hacer contacto visual.

𝐎𝐧𝐞-𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬 𝐊𝐢𝐦𝐞𝐭𝐬𝐮 𝐍𝐨 𝐘𝐚𝐢𝐛𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora