𝐎𝐧𝐞-𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬 𝐊𝐢𝐦𝐞𝐭𝐬𝐮 𝐍𝐨 𝐘𝐚𝐢𝐛𝐚

• 𝐓𝐨𝐤𝐢𝐭𝐨 𝐌𝐮𝐢𝐜𝐡𝐢𝐫𝐨 •

Parte 2

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— Padece de amnesia y secuelas de esta que no le permiten recordar muchas cosas. Esto ocurre por traumas y es una forma de defensa.

Amnesia y traumas... eso significaba que no recordaba nada ni a nadie, no la recordaba a ella y a su hermano. No había señales de Yuichirō y por la sangre de ese día... entendió que había fallecido y lloró al pensar en todo lo que había sufrido Muichiro.

— Prometo que encontraré la forma de que vuelvan tus recuerdos y puedas ser feliz como antes.

Y claro que lo intentó.

— ¡Tokito-sama! — Era vergonzoso llamarlo así, pero era un superior.

— ¿Quién eres?

— Soy Hoshino Tsuki de la finca mariposa. Sé que le gusta mucho la sandía y le traje esto picado.

— Ah... ¿gracias? No sabía que me gustaba...

Claro que ahora no lo sabía, pero antes adoraba comerla en días calurosos. Era bastante difícil de conseguir y por eso lo apreciaba cuando se lo ofrecía, él solo se le quedó mirando y frunció el ceño yéndose.

Al menos lo aceptó. Pensó feliz.

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— ¡Tokito-sama! Le traje su uniforme.

— ¿Quién eres? Nunca te vi por aquí.

— Ah, soy Tsuki... ayudo en la finca mariposa.

— Ah. Gracias — La vio a los ojos varios segundos antes de irse.

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— Esto es para usted Tokito-sama.

— ¿Quién eres?

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— ¿Quién eres?

Esa pregunta se repetía una y otra vez. Aunque era doloroso y hasta humillante, seguía ahí junto a él.

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— Tokito-sama. Es para usted.

La vio de reojo y se detuvo, intentaba hacer memoria de como se llamaba, pero no pudo aunque su cara y su voz eran tan familiares, en especial sus estúpidos ojos.

— ¿Quién eres?

— Tsuki, soy ayudante en la finca mariposa.

— ¿Qué haces aquí? No estoy herido.

— Sí, pero supe que acaba de llegar de una misión larga y le separé el almuerzo con mochi de postre.

— Gracias.

Y nuevamente se fue dejándola sola.

Se sentía mal y quería llorar cada que preguntaba quien era. Sus amigas se habían dado cuenta de que seguía a Muichiro, todos lo hicieron, creían que era un enamoramiento y le decían que dejara de insistir con ese niño malagradecido.

— Esto pertenece a... al pilar de la niebla.

Aoi no tuvo que decir nada más, con ver los ojos brillantes de su pequeña compañera sabía que ella quería entregar el ungüento y la medicina.