Hace más o menos dos meses empecé a escribir mi primera novela, no empecé escribiéndola con ese propósito, no me dije a mí misma: "ahora escribiré una novela", no.
Llevaba días escribiendo ideas, frases, pero nada concreto ni objetivo, tampoco nada en lo que yo creyera quería volcar mi energía y dedicarle tiempo; después de todo, escribir un libro no se hace en un día. Escribir un libro es algo que te va a pedir una pasión y confianza tan grande que tendrás que dedicarte a él, no sé, meses, a algunos les toma años, sin contar que, una vez terminado quizá ni siquiera sepas qué hacer con él y, eso puede ser lo más frustrante. No todos los escritores son abrazados por el sueño americano de los libros llamado "editorial". Pero, me agrada que, a través de esta historia, también pueda compartirles lo que hay más allá de ese sueño.
Antes de desviarme del tema, quiero decirles y también decirme a mí misma - porque no escribo solo para ustedes, solo para ti - escribo también para mí, de hecho, creo que escribo principalmente para mí. Escribo porque así puedo tener claras mis ideas, puedo tener mi vida en frente y no atrás como una avalancha de la cual tengo que echar a correr. Entonces, quiero decirnos que, no tengo ni la más mínima idea de cuándo me comprometí con la escritura, porque a este paso y dos meses después, fue cuando surgió el compromiso. Fue más un proceso que una claridad inmediata, o una iluminación de carácter espiritual. Algo así como que sabes que viste a la persona que te gusta y no estás enamorado de ella, es solo una posibilidad, una posibilidad que te gusta, que te atrae, pero no estás seguro de nada y cuando menos te das cuenta ya están viviendo juntos. Eso me pasó a mí con la escritura, digamos que, después de estar años asomándose a mi puerta y hacerme visitas seguidamente, me enamoró y decidí comprometerme.
No fue nada fácil dar ese paso, y sin ahondar en detalles, solamente me hice cargo de lo que ya estaba hecho y le di un nombre, una cuenta de Instagram, traté de acoplarme, de presentarla a mis medios, como en toda relación, no a todo el mundo le cae bien tu nueva conquista y, aquí estoy, reafirmando cada día el hecho de que quiero escribir, de que por ahora, leer y escribir es lo que me hace feliz, lo que me mueve, y es lo que hace que ya a las 10:18 pm yo siga sin ir a la cama.
Escribo a retazos, no tengo un horario, no tengo una oficina, no tengo "mi lugar especial". No tengo una casa en el campo en la cual internarme hasta terminar un libro perfectamente elaborado, tan virginal que ni siquiera merece ser leído para no dejarlo a la libre interpretación humana. No, yo escribo cuando puedo, ni siquiera cuando estoy inspirada.
Escribo al levantarme, no con fines artísticos. Escribo con fines más de orden terapéutico, digamos que por compasión conmigo misma más que por amor propio, porque escribir cada mañana es enfrentarme a lo que quizá no quiera leer. Es abrirme a la posibilidad de desenterrar diálogos que he tenido conmigo misma que no son del todo amables, discusiones pendientes y todo aquello que he ido guardando bajo la alfombra y de lo cual no me he querido hacer cargo y que, al escribirlo, van desfilando uno a uno y luego, luego solo se quedan ahí en las páginas, sin ningún fin, sin ningún lucro, solo se quedan ahí y los miro como dándome gracias por dejarlos existir; sin querer – por esos instantes – hacer nada con ellos, solo dejarlos ser, primero en mi mente, luego en el papel y luego transformarse en algo en mi vida.
Escribo todo el tiempo y no necesariamente sobre mi libro o para mi libro o para algo más, solo escribo, tal como lo estoy haciendo ahora. Lo que me llega a la cabeza, lo que me producen ciertas imágenes del diario vivir, lo que detonan algunas conversaciones, encuentros. Escribo lo que observo y lo que aquello que observo produce dentro de mí. Yo a eso le llamo "insumos literarios", y la vida siempre tiene insumos de todo tipo y me los brinda todo el tiempo.
Y luego sí, me siento a escribir, a veces en papel, otras directo en la computadora.
Aprendí que solo había una forma de escribir y era escribiendo, cualquier cosa.
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EL DIARIO DE UNA ESCRITORA
Non-Fiction¿Qué pasa en la vida de una persona que decide ser escritora? ¿qué pensamientos la mueven? ¿qué experiencias hacen que busqué constatemente la página en blanco? Parece que olvidamos que el proceso creativo adviene de la observación de nuestras prop...