REFLEXIONES DE FIN DE AÑO

11 0 0
                                    

Otras eran las páginas que tenía planeadas, sin embargo, no quería dejar pasar el fin de año sin hacer un compartir al respecto.

El otro día estuve revisando otros diarios, anotaciones y escritos, encontré entre esas páginas los objetivos y metas que quería cumplir para este 2022, un escrito que decía cómo me veía a mí misma en diciembre de este año. Escritos que hice por ahí en el mes de enero, apenas, empezando.

Mirando mi presente, me he encontrado con algo totalmente diferente, nada de lo que escribí está ni cerca de ser real. No cumplí ningún objetivo y, mi vida no se parece ni en lo más mínimo a lo que yo esperaba o quería, supongo que lo quería en ese entonces.

¿Cómo sería mi vida ahora si lo hubiera logrado? ¿si todas esas metas se hubiesen cumplido?

Quizás El Diario de Una Escritora no existiría, tampoco mi primera novela que, saldrá al público en enero del 2023. Tampoco sabría lo que ahora sé de escritura. No sé si las decisiones que hubiese tomado hubiesen sido las mejores, ni me hubiesen hecho tan feliz como yo creía. No lo sé.

 En cambio, sucedió todo lo contrario, todo lo que no esperaba. Cuando empecé a sentir que mis planes se iban derrumbado sentí miedo, angustia, depresión. Ya en este momento solo puedo decir que estuvo bien. Que toda esa experiencia me enseñó a no tomarme la vida tan en serio, me recordó que la vida es muy corta y que hay que explorar todo aquello que por miedo o prejuicio no hemos hecho. Que hay sueños que tenemos guardados y aplazamos y aplazamos, pero nunca nos arriesgamos a cumplirlos. Yo recuerdo que, en muchos de mis escritos, siempre digo que esto es lo que quiero hacer toda mi vida, escribir y escribir, si no hubiese tenido nada qué hacer este año, si no me hubiese quedado nadando en el vacío, tal vez ni lo hubiese empezado a hacer, no me lo hubiese tomado "en serio" - cómo creo que lo estoy haciendo.

 Si algo aprendí de este año es que la vida es muy corta, que se nos puede ir en segundos, que incluso, teniéndola, la dejamos ir haciendo lo que nos dijeron que tocaba hacer.

A mí me alegra haber querido morir este año, porque entonces, cuando ya nada me importaba, entonces pude hacer cosas sin demasiada importancia, pude empezar a hacer cosas de las cuales no esperaba nada y, a cambio, me lo han dado todo. 

Empecé a estar con mi hijo sin esperar ser una buena madre, dejé de pedirle a mi cuerpo todo lo que le pedía y, como me gusta mucho la actividad física, empecé con una que jamás me importó y de la cual jamás esperaba nada, empecé a ir al gimnasio y, a cambio, encontré que podía hacer cosas que no pensaba, como trabajar con peso, estar en un lugar con mucha gente y música con alto volumen. Dejé de obsesionarme con muchas cosas por miedo y, empecé a reconocer mi frágil humanidad. Todo lo más lindo que he vivido este año, ha nacido gracias a que todo lo demás dejó de importarme y que no esperaba nada a cambio. Ahora, trato de recibir esto y seguir así, sin pedirle nada. Es casi un reto.

No sé si la vida siempre sabe lo que hace, yo creo que, en el fondo, nosotros mismos nos impulsamos cuando ya no podemos más. En el fondo, nosotros mismos nos empujamos hacia el precipicio y la vida nos presiona a soltar la pequeña rama a la cual vivimos aferrados.

No tengo planes para el 2023, no tengo nada que pedir, nada que quiera lograr. Todo lo que quiero lo quiero ahora y, es muy sencillo. Es una lista con libros que quiero leer, ropa que quiero comprar y, creo que ahí termina. 

Tengo ideas como las de, salir con más frecuencia a la naturaleza, escribir más seguido en los cafés, seguir saliendo con mis amigas, continuar en el gimnasio y seguir así, disfrutando de mi hijo sin tanta presión.

En un futuro... sí, hay cosas que sueño, como todos. Los sueños, las ilusiones hacen que esbocemos una cómplice sonrisa que nadie sabe de dónde surge, pero nosotros sabemos que sale del corazón.

Tengo muchos de esos sueños, a veces los imagino y sonrío, me da plenitud solo pensarlos. Pero ya no quiero emprender una carrera hacia ellos. Porque ahora, estoy aquí y estoy haciendo también algo que quiero y que me gusta. Hay muchas cosas que a veces me desespero por cambiar, pero trato de ser paciente, sé que todo tiene su tiempo. Por ahora, lo que más me permite vivir, es saber que todo lo que la vida me ofrece me invita a escribir, para mí eso es suficiente.

No importa cuál sea el resultado o en qué termine todo, con lo que la vida me da, me da para escribir poemas, páginas de este diario, ideas para nuevos libros. ¿qué más le puedo pedir si me lo está dando todo?

No sé si logre explicarles este sentir, pero la escritura me ha permitido transformar todo el dolor y ponerlo en palabras que me place escribir y luego leer y luego compartir. Así como me ha permitido tomar momentos de gran felicidad, de plenitud, de gratitud y de todo aquello que, al igual que el dolor, también es pasajero.

Creo que es ese momento en el que de verdad sabes que siempre hay una forma de volver a la vida.

Todo lo demás, todo lo que sueño, todo lo que imagino, todo lo que anhelo, no me preocupa conseguirlo o no, porque esa no es mi meta; mi meta no son mis sueños, mi meta soy yo; mi tranquilidad, mi paz, mi fuerza, mi capacidad de poder estar aquí y, aún así, encontrar las formas de ser feliz. Yo la encontré escribiendo, yendo al gimnasio, hacer lo que hay que hacer sin apurarme y, seguir construyendo esto que no sabría cómo llamarlo. Seguir construyendo este pequeño mundo donde es posible vivir. 

Mientras escribo esto pienso en todo lo que va quedando atrás, estoy tranquila con ello.

No voy a ningún lado, excepto donde mis escritos – mientras duren – me quieran llevar. Mientras pueda escribir, estaré bien. 

Y, si en algún momento me sorprendo nuevamente frente al mar, o meditando en medio de un bosque, viviendo en una cabaña en una montaña, viajando con libertad tal como mi alma está acostumbrada. Si algún día me sorprendo viviendo de lo que amo, o advierto que mis libros circulan por las librerías, o simplemente me veo frente a un espejo y veo mis ojos, una vez más, brillar ilusionados. Entonces, será todo lo que ha llegado sin perseguirlo y sabré que también es pasajero, al igual que este momento en el que escribo todo esto. Entonces estaré en paz, porque seguro habré comprendido, al menos en un pequeñísimo porcentaje, un poco de la vida.

Si en algún momento todo lo que creo se vuelve realidad, tal como me ha venido pasando últimamente, entonces confirmaré que a la magia le gusta jugar sus trucos, que a veces lo que escribimos se puede cumplir, siempre y cuando se haga sin esperar absolutamente nada y se disfrute cada segundo aquello que la vida nos está otorgando.

Y bueno, no quería que se acabe el año sin compartirles estas palabras, lo poco o nada que le atiné a mis propósitos que tenía para este año, la incertidumbre en la que caí y en la que pude revivir. Y la gratitud que siento de, una vez más, hacer algo por mi vida, esta vez sin presión, sin esperar nada, con paciencia, con calma, porque no voy a ningún lado, pero seguro que llegaré.

Gracias a quienes han apoyado a este que denominé Proyecto Escritora.

Nos vemos con mis nuevos escritos y poemas en el 2023. Y también con mi primera novela de romance y todo lo que es romance, seguro es ficción.

El romance es lo que invitamos para sostenernos vivos, con alegría, con ilusión... pasajera, siempre pasajera.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





EL DIARIO DE UNA ESCRITORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora