La primera vez que Aegon visitó la calle de la Seda fue en compañía de Daston Tyrell y Venly Lannister. Fue durante el torneo ofrecido en honor al onomástico número cuarenta y tres de su padre, grandes señores y sus vástagos vinieron de todo el reino a celebrarlo, trayendo fastuosos regalos, disfrutando de los banquetes, emborrachándose y fingiendo que la mayoría de ellos sabía qué hacer con una espada. Aegon, que ya gozaba vaciando su copa de vino hasta sentirse alegre y relajado, no le fue difícil colarse entre los grupos de nobles mayores, que al menos le sacaban un par de años, algunos incluso casados y con hijos. El único más joven que él era Cregan Stark, un alfa norteño que era demasiado solemne para su gusto y parecía más interesado en seguir a su padre que socializar con personas de su edad.
Aegon se sintió cómodo de inmediato, ya no era el príncipe alfa que toda la corte acosaba con sus expectativas, solo era un niño de catorce años que reía y charlaba con personas lo suficientemente borrachas para olvidarse de los títulos. Esa sensación de libertad la tenía muy pocas veces y con contadas personas. Estaba ansioso de perseguir cada resquicio de independencia que encontrara, de conocer y vivir la mitad de lo que sus compañeros de copas narraban, algo que bajo el yugo de su madre nunca lograría. Alicent Hightower era, sin duda alguna, la omega más aterradora del reino.
Era el segundo día de torneo cuando esas ansias tuvieron la posibilidad de ser calmadas. Era entrada la noche, y como era habitual en periodos de celebración, el castillo no dormía. En uno de los patios interiores de la fortaleza Aegon se acurrucaba al cobijo de las sombras, bebiendo sin freno vino de la mejor calidad y rodeado de varios jóvenes de alcurnia, fue cuando Daston Tyrell sugirió escaparse del castillo e ir a visitar los famosísimos barrios bajos de la ciudad, conocidos por su variedad sin igual y abundancia de omegas a un par de peniques. Daston era gordo y calvo a pesar de ajustar apenas la veintena, era el tercer hijo de su padre y era famoso por tener el triple de bastardos que de vástagos legítimos. Su olor era débil, como todo beta, pero a Aegon le picaba la nariz cuando lo percibía, agrio y aceitoso.
—¡Hasta que alguien dice algo con sentido en esta puta ciudad! —exclamó Venly Lannister, tan rubio como todos lo de su casa, pero con la constitución de un crío. Otro beta sin renombre, eclipsado por su hermano mayor.
Aegon se removió en su lugar, sintiendo la emoción y el miedo burbujeando en su estómago. Nunca había salido más allá de las murallas de la Fortaleza Roja sin algún miembro de su familia y rodeado de los Capas Blancas. La perspectiva de escapar a hurtadillas para ir a una calle llena de burdeles encendió su libido como nunca. Desde que se presentó alfa el verano pasado su cuerpo parecía tener mente propia, en especial en lo referente al sexo, no importaba cuantas veces se satisficiera a sí mismo, nunca era suficiente. Y ni hablar de su calor, era una tortura terrible, el único alivio que tuvo fue ahogarse en vino hasta que su vista estuviera tan borrosa y su cuerpo tan adormecido que cayera desmayado en su cama. La idea de finalmente coger con algo más que su mano opacó cualquier posible consecuencia, incluida la de matar a su madre de un disgusto si se enteraba.
Entre risas y comentarios tan obscenos que asombraron a Aegon planearon su viaje de placer, que en realidad era muy simple, salir por las puertas principales, embriagarse hasta caer rendidos en algún callejón y los que se mantuvieran en pie arrastraran al resto de regreso a sus aposentos temporales. Hasta que repararon en Aegon.
—No puedes salir así, todos te reconocerían, príncipe —señaló Jacar Tully deteniéndose a medio camino—. Tienes que cubrir tu cabello o la guardia real nos atrapará y tu madre nos meterá a todos en las mazmorras por corromperte —añadió el alfa.
El grupo de ebrios, incluido él mismo, se quedaron un segundo en silencio, algunos giraron solo para admirar la desordenada melena plateada de Aegon. Hasta que Theo Baratheon soltó una estruendosa carcajada y el resto lo imitó.
ESTÁS LEYENDO
Cintas y humo [Jacaegon/Lucemond]
FanfictionAegon no es un buen alfa, ni un digno Targaryen, es la mayor decepción de su abuelo y el pesar de su madre. No importa, él no quiere ser rey y le tiene sin cuidado si la historia lo olvida a favor de su hermana. No le interesa ser amado, excepto por...