Capítulo 2: Era encantador...

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Ignorando el hecho que su corazón se ahogaba, como si le cortasen el suministro de sangre, bajo hacia la oficina dónde serían realizadas las entrevistas. Escuchaba los pasos de Volkov a su lado, su rostro había vuelto a su expresión severa, la usual. Horacio se estremeció, recupero la compostura en el instante que visualizo la puerta de la oficina.

Volkov detuvo su paso junto a la puerta, quedando en un costado de esta Blake y en el otro lado el. Horacio entro cerrando la puerta tras de sí, era una oficina bastante formal y limpia. Las paredes e inmobiliaria eran blancos. El escritorio era de vidrio con las patas blancas, la silla era de un reflectivo color plateado.

También presto atención a los libros ubicados detrás del escritorio, estaba seguro de que jamás habían sido leídos. Esta oficina no reflejaba quien era el, sin embargo, era la mejor imagen que podía brindar para una entrevista inicial.

Aun consciente de lo anterior no se sentó en el escritorio, se dirigió hacia la esquina de la oficina, donde se encontraba un mueble blanco en L. Hizo una señal a Blake, el cual había dejado un poco de vaho en las paredes de vidrio al hablar, sobre algo que, Horacio no había escuchado.

- Trae dos cafés cada vez que alguno ingrese– Indico a Blake con voz tranquila.

- Como usted ordene director – Su tono divertido había desaparecido, aguardando, el momento en el que finalizasen sus deberes como agente para volver.

Le observo salir con su caminar tan particular, eran pasos fuertes, pero lo que le hacía destacar era ese ligero contoneo. No alcanzaba a ser descarado, pero era la peculiaridad propia de su caminar.

Se acomodo en el sofá, no de una forma rígida, no como lo haría un jefe usual. Doblo una pierna debajo suya, descansando un brazo sobre el respaldo del sofá. Una pose que reflejaba su confianza y poder, a pesar de ello no era agresiva, era una pose para alguien que estaba dispuesto a escuchar.

- Hazlos pasar V– Dijo Horacio, elevando ligeramente su voz. Blake regresaba y colocaba con cuidado las tazas sobre la mesilla de vidrio frente al sofá, salió y retomo su puesto en la puerta.

Volkov acató las ordenes, indicándole a la primera agente en pruebas que entrase. Desde donde se encontraba podía escuchar el tono que Volkov había usado, uno amargo, uno de militar.

Natalia González, latina, una chica lo suficientemente alta para verle a los ojos sin inclinar su cabeza. Su piel era ligeramente acaramelada, un tono que hacía a Horacio pensar en el verano. Su cabello era negro, amarrado en una coleta alta, que llegaba a tocar su cintura.

Ingreso a la habitación con un paso intranquilo, descoordinado, con sus manos detrás de su cuerpo. Horacio observo, a través del reflejo de las paredes de vidrio como jugaba nerviosa con sus manos. Se detuvo frente a Horacio y le brindo el saludo que su puesto merecía. Su delgada y elegante mano temblaba ligeramente, apoyada en su frente, en la cual se podía ver ya una muy fina y brillante capa de sudor.

- Descanse- Natalia bajo su mano.

Horacio la invito a sentarse, y así empezó una ligera conversación. Conversaron por 15 minutos, aproximadamente, con ella. Esta clase de situaciones administrativas se le hacía ¿Cómo decirlo? Malditamente aburridas.

Pese a que, la conversación fue exactamente lo mismo que Horacio había leído en el expediente, la personalidad de Natalia fue de su agrado. Se notaba a leguas su timidez y nerviosismo, quedaba claro por su forma de sentarse. Tensa, piernas juntas, y sus manos sobre sus muslos. Pero bajo todo eso, destacaba su experiencia en el campo. Si estaba segura, si conocía, no dudaría.

Se retiro con un saludo nuevamente.

- Un gusto conocerla agente NG- le bautizó Horacio, extendió el café hacia ella- termine el café, lo ha hecho muy bien, aunque pudo ser mejor- Bromeó.

El cuerpo de Natalia se destensó ligeramente con las palabras del director. Abandono la habitación, con el café en una mano. Blake entro colocando dos nuevos cafés. Horacio observo a Volkov, fijamente, cayendo nuevamente en ser incapaz de despegar sus ojos de aquel majestuoso cuerpo. Volkov se sonrojo ligeramente, Horacio noto como estuvo muy cerca de cambiar su expresión. Sin embargo, no lo hizo, tenía a los otros dos agentes enfrente.

Volkov hizo pasar al siguiente agente, nuevamente, su voz era dura. Una ausencia completa de aquella voz que leía por las noches para Horacio. Adam Anderson, estadounidense, pálido. Su palidez era distinta a la de Volkov, la palidez de Volkov era fría y digna de ser recorrida lentamente con besos. Adam era más cálido.

Tenía el cabello rojo y muchas pecas rojizas cubrían su rostro. Siguiendo los pasos de Natalia, saludo a Horacio y tomo asiento, seguro, fuerte e inmovible. La entrevista fue más corta que con Natalia. Cada respuesta dejo clara su experiencia y seguridad.

Se levantó, y aún más firme que al inicio, de despidió. Su brazo flexionado se marcaba, cada musculo devotamente trabajado.

- Director- se despidió, alcanzó el café mientras abandonaba la habitación.

- Agente A- se despidió seco Horacio.

Se imitó la rutina anterior, Blake entregando los cafés y Horacio observando a Volkov. Esta vez Volkov no devolvió la mirada, estaba riendo mientras charlaba con el agente restante. Agudizo su oído, con la intención de escuchar la conversación, no logro entenderla. Mantenían la conversación en su idioma natal, parecía que espetaban las palabras. Sus actitudes demostraban la comodidad de encontrar un compatriota al otro lado del mundo.

Horacio observo, con el ceño fruncido, como el agente se acercaba con delicadeza a Volkov, le mostraba algo en su celular. Volkov observaba atentamente, y hablaba efusivamente con el contrario. Su cuerpo relajado, ligeramente inclinado, tocando hombro con hombro.

Juraría que sintió su corazón detenerse un momento, aquella incomodidad volvía a hacer presencia. Horacio sacudió su cabeza, repitiéndose a sí mismo, que era solo era causa del estrés del día.

- Agente V, no tengo todo el día- espetó, sonando más molesto de lo que pretendía. Si era de su conocimiento propio, que estaba molesto.

Volkov reconoció el tono de voz, cortante y letal, que había utilizado e indico al agente que ingresara. Era un poco más alto que Horacio, su mirada era tan atrapante como lo es observar la inmensidad del mar.

El agente tenía aproximadamente dos minutos manteniendo la posición firme con el saludo, Horacio no se había percatado que le había estado examinando por tanto tiempo.

- Descanse- Indico el sofá a su lado.

Fueron suficientes 5 minutos para tener que aceptar, para su disgusto, que era encantador. Su personalidad era chispeante, una luz inundaba la habitación. Ese tipo tan único de persona, con el cual deseas pasar cada vez más tiempo.

Estaba lleno de vida, no parecía cargar con ningún problema en su espalda. Era estudiado, venía de una familia adinerada, era elegante y gracioso al mismo tiempo.

- Ha sido un placer conocerle señor director- Se despidió.

- Agente S- dijo Horacio serio, no le ofreció su café para terminarlo fuera.

El agente S se detuvo en la puerta y se despidió también de Volkov. Cuando se hubo retirado, Volkov y Blake ingresaron a la habitación sentándose junto a Horacio. Intercambiaban información sobre como procederían con el entrenamiento de los agentes.

Horacio no escuchaba, no se explicaba a si mismo el porqué, pero esa extraña cercanía de Volkov con el agente, le había provocado otros estirones en su corazón. Era joven, era atractivo, inteligente. Tenía la luz y energía que una vez Horacio solía tener.

¿Le desconcertaba por eso? Era una versión del joven Horacio, pero ¿mejor?

Y si de la misma manera que se le habían escapado de las manos vidas, felicidad, energía y paciencia. ¿Se le escapaba el amor? ¿y si la vida decidía que ya no era digno de un hombre que daría la vida por él?

Mejor para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora