Capítulo 58

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En fin, no sé si se esperaban esto, pero aquí esta, quiero decir un par de cositas antes de empezar je, je.

Alerta de Spoiler: Quiero confirmar que este capítulo esta subido de tono y trae salseo del bueno, así que si no les gusta la salsa con tajadas no lo lean.

Alerta de Spoiler: Sé que lo van a leer.


BRITHANY.

—¿Damián, No encontraste un lugar más horrible? —Liam se quejó inmediatamente que puso un pie dentro de la discoteca.

—Había más opciones, pero aquí está bien para que te pierdas entre la multitud.

—¿Que dijiste?

—Ya sabes, para que bailes con Brithany sin que nadie los reconozca.

La música estaba tan alta que puse mis manos tapando mis oídos, no soy una chica de fiesta, por eso Liam no quería que viniéramos, estoy segura de que a él le hubiera encantado más pasar lo último de este día en otro lugar con menos bulla, y menos personas.

El olor del sudor y los diferentes tipos de alcohol inundaba el lugar, las luces apagadas y lo único que iluminaba eran luces de colores y unas enormes bolas discos que guindaban en el techo.

Era más que obvio que no bebería alcohol, tengo una ley de no volver a probar una pizca de cerveza o lo que sea que diga que me pondré muy activa y de que me sentiré en las nubes, entre un sinfín de cosas que dicen para convencer. Porque eso no funciona conmigo.

Nos sentamos en una mesa algo alejados de la pista de baile, por así decirlo, Liam se miraba enojado e incómodo por estar aquí, y es posible que lo entienda porque también me siento así, él tenía que ir a dejarme a mi casa y no hemos pasado un momento donde estemos solo nosotros.

—Sé que es tu cumpleaños —dijo Damián —, pero los dejaremos solos un rato, queremos bailar.

Gissell sonrió con picardía y era más que obvio que no irían a bailar.

Liam asintió y le dio un sorbo a su bebida.

Damián y Gissell se levantaron de sus lugares yéndose a la multitud a bailar.

Con Liam quedamos viendo cómo se perdían entre la gente, me gire para ver a Liam a mi lado.

—¿Que? —pregunte.

—Nada. —contesto, divertido.

—Dilo. —insistí.

—¿El que?

—Lo que dirás.

—No es nada malo.

—Por eso, no es como me vayas a pedir matrimonio. —bromee.

—¿Te quieres casar conmigo? —dijo.

Sé que no fue una propuesta real, pero esa pregunta se sintió tanto que me puso nerviosa.

Así que para evitar que notara mi nerviosismo me reí siguiéndole el juego.

—Hazme esa pregunta dentro de seis años y te diré que sí.

—Seis años, estoy esperando que el tiempo pase volando. Pero créeme que si existiera una máquina del tiempo nos llevaría seis años después para decírtelo oficialmente.

Mi bello tormento [completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora