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Holaaa!! Soy la traductora ʕ⁠っ⁠•⁠ᴥ⁠•⁠ʔ⁠っ. El fic en si tiene 38 caps o por ahí. Actualizaré cada sábado (si es posible, lo haré antes UwU.)

Nota la traductora

El libro en español también se encuentra en aO3, si queréis leerlo de ahí.

Wueno disfruten y beban awita :D

Padre todavía no ha vuelto.

"Estaré fuera por unas horas, un día como máximo", le había asegurado Padre antes de salir con el traje que guarda para ocasiones especiales.

Izuku sabe que, a menudo, su padre miente, pero nunca antes se había ido por más de un día.

Ha pasado más de una semana.

Izuku podría estar preocupado, pero en cambio, se encuentra lleno de una especie de esperanza enfermiza. Sabe que no debería, sabe que debería querer que su padre volviera. Pero simplemente no puede. Estos últimos once días han sido los más tranquilos de su vida. Nadie le dice qué hacer o comer, nadie corrige cada parte de su tarea, nadie lo lleva al sótano para todo tipo de entrenamiento a todas horas.

Es solo Izuku y lo que sea que Izuku quiera hacer.

Se hace comidas que su padre nunca aprobaría. Come postre sin el permiso de Padre. Ve caricaturas de héroes en la televisión en lugar de las noticias que papá siempre pone.

A pesar de la cómoda neblina en la que se asienta Izuku, siempre teme volver a casa de la escuela. ¿Y si hoy es el día en que regresa?

En un par de noches, Izuku no se va a casa. Duerme en el parque en un banco o con un saco de dormir en un callejón. Podría estar asustado pero, sinceramente, ya nada le asusta. Nada más que Padre.

El undécimo día, Izuku se va a casa después de la escuela. Ha tenido suficientes noches inquietas al aire libre que le empieza a doler la espalda. Si Padre está aquí, entonces Izuku bien podría tratar con él ahora y no más tarde.

Se acerca a la puerta y gira la llave en silencio. Se abre con menos ruido que el que hace Izuku al respirar.

Los zapatos de Padre están ahí, rozados y tan desgastados que apenas sirven, pero están ahí. A Izuku se le hiela la sangre, pero su cara no lo demuestra. Entra, cierra la puerta y se pone las zapatillas.

"¡Padre!" Izuku llama. "¡Estoy en casa!"

Silencio. Nada.

Los dedos de Izuku se crispan, la energía nerviosa necesita un lugar al que ir.

¿Dónde está su rutina? Se supone que papá debe responder con "¡Bienvenido a casa, Izuku!". Luego, una vez que estén en la misma habitación, entablarán una conversación segura sobre cómo fueron los días de cada uno.

Pero, Padre no dice "bienvenido a casa".

No dice nada.

Izuku se debate, por un momento, entre ignorar el hecho de que su padre debería estar aquí y continuar con su día. Pero entonces considera las horas de reprimenda que probablemente recibirá más tarde por no haberle saludado adecuadamente e Izuku va en su busca.

Lo primero que nota es el pitido. Lo oye desde el pasillo. No es especialmente fuerte, pero acompañado de la rítmica y pesada respiración, es suficientemente inquietante. Izuku llama dos veces a la puerta de Padre, como hace siempre.

"¿Izuku?" pregunta una voz que no es la de su padre. Es áspera y silenciosa, rota y medio aire, y carece de la confianza que tiene la voz de papá.

Izuku no quiere abrir la puerta.

LAS PALABRAS COMO ARMAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora