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Nota del autor

Advertencias para: Manipulación de Hisashi; abuso infantil y autolesiones muy implícitos (si quieres saltártelo, es toda la última parte después de "¿Qué me has dado?". Resumiré lo sucedido en las notas finales).



"¡En seis meses has limpiado casi el doble del área que te asigné! ¡Enhorabuena, Midoriya-kun! Ahora estás listo para mi quirk".

Ambos se paran en el centro del área que Izuku ha despejado. Izuku le sonríe. Yagi le devuelve la sonrisa y le arranca un mechón de pelo de la cabeza.

"Cómete esto".

Izuku enarca una ceja. No es lo que esperaba. Las transferencias paternas sólo requieren contacto físico, pero, por otra parte, Yagi tiene una manía diferente.

Izuku coge el trozo de pelo y se lo traga. Es extremadamente incómodo. Momentos después, su garganta aún recuerda la incómoda sensación.

"¡Ahora!" Anuncia Yagi. "Todavía tenéis algo de tiempo, ¿no? Vamos a tomar un helado!"

"¿Antes de cenar?" pregunta Izuku.

Yagi se ríe y el sonido es tan alegre que derriba cualquier freno que tenga Izuku. "¿Por qué no? Estamos de celebración!"

Helado. Antes de cenar. Sin el permiso de su padre.

"¡Claro!" exclama Izuku.

Yagi le lleva a una pequeña heladería a medio camino entre la playa y la casa de Izuku. El letrero de vivos colores reza Frozen Delights and More (Delicias heladas y más) y en el escaparate hay réplicas de desierto de plástico, intrincadas, que casi parecen reales.

"Este es uno de mis sitios favoritos para comer", dice Yagi cuando entran. Suena la campanilla que hay sobre la puerta. "Se adaptan muy bien a dietas y alergias. Es probablemente el sitio de postres más sano que encontrarás en la ciudad, si no en todo el país."

"Vaya", responde Izuku, sinceramente impresionado.

El interior de la tienda es tan colorido como el exterior. Un collage de fotos aleatorias cubre cada centímetro de la pared. Izuku ve de todo, desde un gato hasta un héroe, pasando por un recorte de periódico, un gráfico circular o el dibujo de un niño con lápices de colores. Junto con los sofás y los asientos de felpa, el lugar tiene un ambiente informal y acogedor.

"¡Bienvenidos! Oh... ¡Yagi-san!", anuncia la camarera, una mujer mayor con el pelo rosa neón brillante, con una sonrisa amable, saludándoles enfáticamente con la mano. "¿A quién has traído contigo?"

"Ah, Yuuma-san, éste es Midoriya-kun, mi...". Yagi se despista con una mueca.

Izuku se acerca al mostrador con una sonrisa y la mano extendida.

"Soy su sobrino", dice Izuku mientras Yuuma le estrecha la mano. "Mis padres están fuera de la ciudad, así que Toshinori me está cuidando un par de días".

LAS PALABRAS COMO ARMAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora