PRÓLOGO

13 0 0
                                    

–¡T/N!.

—Inhala...

¡Emily!.

—Guarda el aire...

¡Suéltala, por favor!.

—Exhala...

–¿Qué harán con ellas?.

–El jefe quiere a la mayor.

Emily me miraba con terror en los ojos, y y-yo— sentí las mejillas húmedas y las limpie lo más rápido posible.

Acomodé mi postura, y me senté en el sofá-cama, en el que antes estaba acostada. La psicóloga me miraba atenta.

—¿Qué pasó luego?— me ánimo a continuar.

–¿y la más pequeña?– preguntó uno de ellos.

El "jefe" de los que estaban ahí tomó un cigarro de la cajetilla que estaba en la mesa junto a un vaso con alcohol, y lo encendió.

–Diviértanse, muchachos.

–¿Q-qué?.

Los hombres se acercaban a ella, Emily lloraba y gritaba. Intenté sacarme las cadenas de las manos.

Mi cuerpo se tenso al recordar el momento, los movimientos, el ruido, mi hermana llorando. Empecé a tronar mis dedos por ansiedad mientras lágrimas salían sin parar.

La psicóloga me paso una caja de pañuelos, los tomé con la mano temblando y limpié las gotas de mis ojos.

—¿Qué pasó con tu hermana, T/N?.

Los hombres se acercaban a ella mientras ellos se reían, unos tomaban palos de madera, otro tomó un látigo. Ella solo suplicaba ayuda, mi ayuda.

–¡T/N! ¡haz que paren, por favor!– uno le dio un puñetazo en el rostro para que ya no hablara. Los demás la golpeaban con lo que tenían a su alcance.

–¡P-por favor, déjenla!– decía mientras lloraba y suplicaba que dejaran de golpearla.

Me congele, le empezaron a quitar la ropa. Mis lágrimas salían sin permiso y mis labios empezaron a temblar.

–¡No! ¡Tiene sólo 12 años! ¡E-Emily!.

P-perdón por llorar frente usted...

—Llorar es una manera de liberar emociones y sentimientos estancados, eres libre de llorar cuánto quieras, tu hermana y tú sufrieron mucho.

Llorar es debilidad, idiota.

—Cierra la boca y lárgate.

—¿Disculpa?— La psicóloga me miró raro, creó que no esperaba que dijera eso.

Piensa que estás loca.

—Déjame de una vez— Él se reía de mi, mientras la psicóloga hacía anotaciones en su libreta.

No estoy loca y no estoy hablando sola, habló con él.

—¿No tienes hambre? Yo tengo muchísima.

—Me importa un carajo, ¡vete ya!.

—T/N— Me llamo la mujer sentada frente a mi —sigamos con la sesión ¿de acuerdo?.

Asentí mientras levantaba la mirada del suelo y él estaba ahí, frente a mí, con la misma estúpida sonrisa desde que lo vi la primera vez. 2 meses y medio, 5 días después de mi secuestro.

MENTAL DISORDER |  JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora