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Susan realizaba la ruta diaria hacia su trabajo. Sin percatarse dejó que su bolso fuese arrebatado por las manos del ladrón. Por suerte para ella, quien la seguía con la mirada desde la acera de al frente fue capaz de darle una paliza a ese desvergonzado hombre. Agradecida por el valiente acto, lo invitó a tomar un café. Transcurrieron las horas y de un café pasaron a un cine y de ahí al primer beso. Lo que fuera un acto de agradecimiento se convirtió en una relación casi perfecta. Luego de unas semanas el chico conoció a sus suegros y le declaró su idea de una relación seria. Susan quería hacer lo mismo y le pedía impaciente conocer a los suyos pero él se negaba y le prometía que se los presentaría cuando estuviera seguro de que ella estaba verdaderamente enamorada. Ella aceptó su idea, manteniéndose durante tres meses sin conocer a los padres.
Una vez llegado el día de la visita, el novio le pidió que la acompañara por primera vez a su casa. Le vendó los ojos para una mayor sorpresa y la condujo hasta el salón principal. Al destapárselos ella se encontró sola en una pocilga. Frente a ella, se hallaban tres cadáveres unidos a una soga en un estado enmohecido, una silla con un pedazo de cuerda y una nota que decía: te esperamos en nuestra reunión familiar, si me amas, no faltes.

Horrores y sonrrisas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora