Capítulo 3. SELIN.

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Astaroth y su nueva vida.

Sentada frente a la entrevistadora, Selin parecía algo insegura respecto a poder con el trabajo, pues se trataba de asistir a un hombre de 32 años de edad, el cual necesitaba completa ayuda de otra persona. Y aunque muchos de sus compañeros eran hombres, ella al final fue una de las dos enfermeras que pasaron varios tipos de exámenes.

—Bien, aquí tengo tu curriculum, veo que tienes muy buenas referencias a pesar de ser tan joven— la halagó la entrevistadora. —Pero quiero que estés consiente que este trabajo es algo complicado, aún así si aceptas y al final de tu primer día ya no quieres seguir, tendrás que hacerlo por el contrato que firmarás. Y en el caso de que quieras rescindir de él, se te multará con una gran suma de dinero.

—Yo... yo lo entiendo, señorita Velázquez, estoy consiente de lo que conlleva el empleo— se apresuró a decirle la joven.

La entrevistadora sonrió, aunque por dentro sentía pena por esa chica.

Ella en varias ocasiones se había encontrado a ese tipo de personas, las cuales por necesidad anteponían todo para subsistir en este mundo donde sólo se hablaba de dinero. Por lo que la señorita Velázquez no le daba mucho placer hacer sufrir a esta joven que parecía muy frágil físicamente. ¿Pero qué hacer, si su jefe necesitaba con urgencia una enfermera que cuidara del joven Roth?

La otra candidata había pasado justo antes que Selin a la sala, pero al final se echó para atrás cuando consideró que el tiempo para atender a el paciente sería de muchas horas.

Velázquez estaba en una encrucijada, pero tenía que responder ante su jefe, y si contrataba a Selin al menos eso le daría algo de tiempo para buscar a un candidato perfecto. Pero no se lo pensó dos veces y, con una amplia sonrisa que escondía sus verdaderas intenciones, así como sus pesares por un posible regaño de parte de el señor Rasmussen, le dio la mano a Selin y cerró ese trato.

—Bienvenida, espero des lo mejor de ti, Selin— le dijo la señorita Velázquez. Así que Selin le sonrío y asintió con su cabeza muy feliz por este nuevo empleo que había obtenido.

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En su primer día de trabajo en la mansión Rasmussen, Selin llegó una hora antes, pues fue de último momento que la señorita Velázquez le había llamado para decirle que el señor Rasmussen quería hablar con ella antes de que se presentara con el joven Roth.

En su primer día de trabajo en la mansión Rasmussen, Selin llegó una hora antes, pues fue de último momento que la señorita Velázquez le había llamado para decirle que el señor Rasmussen quería hablar con ella antes de que se presentara con el jov...

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—Wow, esto parece un palacio— exclamó por lo bajo con gran admiración.

—¿Aquí trabaja, señorita?— le preguntó el taxista también algo sorprendido por el asombroso lugar a dónde había traído a la pasajera.

—Al parecer es la dirección— contestó ella, sin dejar de ver hacia esa gran estructura que sobresalía por encima de las copas de los árboles.


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