Astaroth y su nueva vida.
¿Quién podría decir que tiene toda la paciencia, vocación y empatía del mundo para tratar a una persona discapacitada con amor durante mucho tiempo y en todas sus fases?
Tal vez son pocas las personas que se atreven a decir que es difícil cuidar de alguien adulto que depende completamente de otra persona para comer, asearse y moverse en general. Pero son muchas las que por una buena suma de dinero son capaces de decir que son las mejores profesionales de la salud para este tipo de pacientes.Roth había tenido múltiples cuidadoras, y conforme pasó el tiempo necesitó de cuidadores hombres para moverlo con facilidad, ya que este iba creciendo también.
Aunque su cuerpo no iba acorde a un hombre de su edad, podía sentírsele aún así pesado.Un día llegó una mujer de físico robusto a trabajar con Roth, ella sería la encargada de él por casi 16 horas al día. Eran pocas las personas que aceptaban tantas horas de trabajo a pesar del bueno pago que se ofrecía. Pero sobretodo aunque alguien quisiera ese jugoso pago, primero debían cumplir con los requisitos; y estos eran ser enfermero titulado con experiencia y/o médico con experiencia. Algo que la mujer llamada Bertha tenía, pues era enfermera con experiencia y tenía un físico para poder manipular el cuerpo del paciente. Además de la disposición de la que no todos podían disponer, esto por cuestiones familiares o personales en sí.
—Buen día, señor Rasmussen— dijo, Bertha. Ella acababa de llegar a su turno en la mansión Rasmussen.
El señor Hans observó a Bertha de arriba a bajo. Bertha vestía su clásico atuendo hospitalario de color azul marino que dejaba ver abultamientos en la parte abdominal así como en la cadera, su peinado era una simple coleta que descubría su raíz negra y resaltaba los cabellos cobrizos descoloridos con el pelo peinado hacia atrás, su frente descubierta y marcada con unas pronunciadas arrugas delataban la edad de la mujer aquella de 45 años.
Los brazos de Bertha siempre sorprendían al señor Hans, ya que esta de alguna forma u otra no podía esconder su espalda ancha y sus brazos gruesos como dos almohadas. Aunque esto es lo que tal vez le daba la fuerza para mover a Roth.—Buen día, Bertha— respondió el señor Rasmussen. Él leía un periódico mientras en su otra mano sostenía una taza caliente de café negro. —Ya he arreglado todo para que esta noche puedas asistir a tu compromiso.
El horario de Bertha era de 16 horas, lo que conformaba una entrada desde las 6 de la tarde hasta las 10 de mañana del día siguiente, con 4 días a la semana. Aunque era un horario pesado, también era muy bien pagado. Solo que tenía que faltar por tres días al horario normal, ya que tendría que viajar para un compromiso muy especial que no podía perderse. En su lugar el señor Rasmussen había contratado a una joven para suplir a Bertha en esos días, y aunque le habían asegurado que era solo por tres días, a ella no le importó y aceptó el empleo.
—Gracias, señor. Ahora me retiro—. El señor Rasmussen asintió con su cabeza y dirigió su mirada nuevamente al periódico.
Había visto la noticia de que un espiritista estaba dando sesiones extraordinarias en el hotel Gran Prisma, que la gente que asistía había salido complacida con aquella persona. Lo que lo hizo querer probar esa experiencia y saber más sobre una posible, muy remota oportunidad de sanar a su hijo.
Suspiró cansado de tal pensamiento y solo se quedó mirando el periódico un largo tiempo.
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Astaroth
FantasíaEs el turno de Astaroth; desterrado, humillado, traicionado y asesinado por su padre. Él quiere venganza, sólo que no lo sabe o, mejor dicho, no lo recuerda... El reconocimiento de una nueva alma no será nada fácil, pero eso sólo lo sabrá Astaroth. ...