Prólogo

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Astaroth y su nueva vida.


Marduk ¿Quién diría que alguna vez osarías traicionarme?
Pensaba que el miedo que hice crecer en tu podrida alma demoníaca sería más grande que el temor a nuestro padre; si tan solo hubieras esperado un poco más, ahora yo sería el gran señor sentado en el trono del infierno.

Amon, el tercer hijo bastardo que cayó en la desgracia del pecado humano. Príncipe infernal de gran poder que nació de una mísera humana; sangre no grata para la familia, carne contaminada por el milagro del nacimiento terrenal y alma mezclada con lo peor que pueda tener una alma en cualquiera de sus fases... Sentimientos de amor.

Julieta. Tú alguna vez fuiste mía, fuiste un capricho del cual me regocije en la comodidad de mi mundo. Eras mi esclava y a la vez mi cómplice. Sentí que había entrenado a una alma con potencial para convertirse en mi compañera infernal. Aunque pronto nuestro trato se tuvo que cumplir e hice que renacieras ¿Quién diría que en verdad te habrías redimido?

Persefone. La mezcla prohibida de un mestizaje y a la vez aceptada por los dioses. Debí matarla cuando estaba en el vientre de esa humana; tal vez así hubiera caminado a mi fin con una gran alegría. Alegría por causar una vez más tristeza, coraje, llanto, impotencia y rencor en Amon y Julieta.

Bastardo hermano menor, espero que tus palabras hallan sido escogidas cuidadosamente, pues depende de tu castigo es el destino que yo labrare ahora para cada uno de ustedes. Incluido tú, padre.


«Deberás permanecer en lo más bajo del infierno, ahí donde la luz no alcanza a tocar suelo, ahí donde tu sombra te ha abandonado incluso, ahí donde el eco no responde imitando. El infierno que es más bajo para todas las almas que ya no tienen retorno, ahí permanecerás acompañado con lo que más odiaste, odias y ...»

La frase quedaba al aire y él lo sabía, quería dejarme con la intriga que para su mala suerte no me carcomía. Sabía que moriría, ya que había hecho una falta tan grave como querer matar al supremo rey demonio del tercer plano. El infierno.
Así que no me importaban demasiado sus palabras. En todo caso si me dejaba vivo —que no era factible—, porque si él, mi padre hacía eso, yo con toda certeza regresaría a acabar mi trabajo.

«Sin dudar, padre. Tú no te caracterizas por ser blando y mucho menos piadoso. Vamos, dilo, hazlo y ríe al final. Solo dilo, es muy fácil, di que mi alma será carcomida por ti, que ya no existiré y seré reemplazado por alguno de mis restantes hermanos.»

Lo trataba de provocar con mis palabras, trataba incluso de manipularlo, porque sabía que había demasiadas maneras para castigarme y, ese gran demonio no se quedaría satisfecho solo con exterminarme.

Padre sonrío, luego me miró con esa particularidad que hacía quemar la retina de su contrincante. Sentí sangrar mis ojos y también como mi corazón poco a poco se apretaba hasta dolerme.

Él se acercó. «Hay un castigo antes del castigo» dijo, mientras daba un paso hacia mí seguido por otro paso sigiloso.

«¡Jajaja! ¡Jajaja!» Una fuerte y retumbante carcajada empezó a llenar el ambiente, era yo. «Sabía que tenías algo especial guardado para mí» Hablé con ironía.

Y lo dijo repentinamente.

«Mi fili, ad terram cadit, vivet in hominibus, et perit cum homo redit ad regnum judicandus homo reus.»

הבנים שלי, נופלים על האדמה, חיים בין בני אדם, והוא אבדו כאשר מחזיר לאדם ממלכתו להישפט.

Incluso algo que pareciera tan inofensivo y a la vez premiante, también era algo inconcebible para mí, casi llegué a sentir un escalofrío recorrerme. He dicho casi.

¿Pero qué tramas, padre?

Pareciera que sabe que lo que más detesto también puede usarse como un vil castigo. Pero yo no puedo dejar que me haga esto, prefiero morir y dejar de existir en cualquier plano, a que me mande a vivir como un mísero humano.

Y es que ese era el primer castigo.

¡Él me enviaría al plano humano!

«Todo lo que me des lo recibiré con desprecio y lo convertiré en algo que tú también desprecies»

Mis palabras eran una advertencia para él, pero pareciera que eso no le preocupaba, así que debía tener algún otro truco... ¡Tal vez me enviaría como un simple humano, tal y como sus palabras me han condenado!

Abrí mis ojos con asombro y furia; mi ego estaba lastimado. Padre me enviaría a la tierra como un simple humano. Mis habilidades demoniacas, mi ser infernal y sobretodo... Mis memorias desaparecerían.

Inesperadamente una sensación ajena me invadió. Me sentí acalorado; extraño, lo sé. Pero esas sensaciones recorrieron mi cuerpo, también estaba presente un vacío en mi abdomen. Mi garganta parecía querer estallar por tener algún objeto atorado; la parestecia recorría mi espalda y llegaba a la nuca. Me sentí... Triste. Me sentí dolido internamente. Eran sentimientos extraños, al parecer ya estaba empezando el proceso. Realmente me estaba convirtiendo en humano; todas estas sensaciones eran ajenas a mi naturaleza, se sentían... No sé cómo explicarlo, era un sentimiento...

Respiré profundo y coloqué mi antebrazo por sobre mi rostro, ya que no toleraba el ambiente de mi hogar. El infierno.
Bajé un poco mi brazo y miré el rostro de mi padre, un rostro que hace tiempo no me mostraba. Y un rostro que jamás olvidé. Ahí estaba mi papá, esa era su cara real.

Una lagrima cayó inesperadamente de mi ojo izquierdo y por fin supe cuál era ese sentimiento... Era miedo.

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Volver a nacer es tan duro y cruel como volverte a ver...
Solo que nacer es empezar una nueva vida,
y volverte a ver es acabar con mi vida.
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