#oneshot VIII

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25 de noviembre de 2022
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NARRA MÓNICA

Atravesé la puerta de la redacción apurada. Me había quedado algo dormida, lo cual no era nada habitual en mí; no había sido una noche fácil y mi cuerpo había decidido recuperar minutos de sueño cuando no tocaba.

-Perdón -me excusé al entrar en la sala de reuniones, donde ya estaban, sin excepción, todos mis compañeros sentados.

No parecieron sentirse muy molestos, porque esperaron pacientes a que tomara asiento al lado de Matías, el cual me saludó con un apretón en la rodilla, y continuaron hablando de las noticias que aquel día iban a ser objeto de trabajo para nosotros.

Así, los minutos continuaron pasando. Intentaba por todos los medios prestar atención y tomar nota en mi cuaderno de cada tema que se trataba, pero me estaba siendo especialmente complicado; mis pupilas me chillaban que querían cerrarse, y yo luchaba por no hacerles caso. De pronto, oí algo que hizo que diera un respingo en la silla y que ahora sí, mi atención se fijara de manera extrema en Guillermo, el director del informativo, quien hablaba ahora.

-Y cerramos con la publicación del disco de Vanesa Martín, como ya sabéis.

El corazón me latió fuerte. La inmensa mayoría de los presentes en la sala, por no decir todos, sabían que Vanesa había sido mi pareja durante casi seis años. Sentí, velozmente, como muchas miradas se dirigían a mí, y como, de igual modo, mis mejillas se tintaban de un color rojizo inmediatamente. Hice click en el bolígrafo que tenía sobre mi mano derecha y, intentando así evitar aquel incómodo momento, anoté en mi cuaderno lo que acababa de oír.

«Disco nuevo Vane»

Cuando volví a levantar la vista, ya había otro tema sobre la mesa y nadie parecía acordarse de mí. Lo agradecí.

Sabía que este momento iba a llegar. El momento de enfrentarme a volver a oír de ella, de sus canciones, sus logros y su vida. De su vida sin mí.

Vanesa y yo llevábamos seis meses separadas; unos largos mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre y noviembre tratando día a día de autoconvencerme que todo estaba bien y que las cosas, estando así, era como debían estar. Sabíamos muy poco la una de la otra; yo, de hecho, incluso había decidido dejar de seguirla en redes sociales, no porque no me gustara verla, si no porque cada vez que lo hacía sentía una cuchillada. Era la persona que había amado durante tantos años, que saberla ahora de ese modo, feliz sin mí, me partía en dos.

Nos levantamos ya pasadas las diez de la mañana y yo anduve hasta mi despacho sin prestar mucha atención a nada ni a nadie que no fuera yo misma y mis pensamientos, hasta que sentí el brazo de Matías en mi hombro.

-¿Una mala noche? -preguntó mi fiel compañero.

Lo miré de reojo y torcí la cabeza.

-Un poco -le confesé -no me encuentro muy bien.

Me miró apenado.

-¿Un café?

Sonreí. Él siempre estaba ahí.

Nos sentamos en la cafetería de la redacción, uno enfrente del otro. Le conté como me sentía y el trató de distraerme, cosa que consiguió de manera veloz, como habituaba a hacer con sus bromas y cariños.

-Prefiero decírtelo ya -dijo, de pronto -lo han hablado antes de que llegaras, y creo que no te has enterado.

Le miré extrañada. No sabía a qué se podía referir, así que le pedí que lo soltara ya.

Nadie más que túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora