Capítulo 5

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—¡Apártate poco a poco de mi hermana! No quiero que la manches con tu sangre — ordenó de modo amenazante Lizzie a la mujer, sin dejar de apuntar a su cabeza.

—No es lo que parece — intento explicar débilmente Hope a sus sanguinarias hermanas, mientras probaba a incorporarse bajo el cuerpo petrificado de una sorprendida noble —. ¡Quieres quitarte de encima! — gritó indignada a su acosadora, que seguía inmóvil sobre su cuerpo en una postura un tanto comprometedora.

—Lo haría, querida, pero, si me muevo un milímetro, creo que la espada de esta encantadora dama mi rebanará el pescuezo.

—¡Penelope, por Dios, mueve tu espada para que yo pueda incorporarme! — rogó desesperada Hope al ser encontrada en tal posición y sin poder ocultar su vergüenza ante la mujer que aún admiraba su desnudez con tremendo descaro.

Penelope alejo la espada despacio del cuello de la individual que apresaba a su hermana sin dejar de mirarla amenazadoramente en ningún momento. Por su parte, Lizzie no aparto en ningún instante su pistola de su objetivo.

Cuando Josette pudo incorporarse, dio un leve repaso a la situación y llegó a la conclusión de que esas féminas sin duda carecían del aprendizaje necesario para saber manejar las armas que portaban. Después de todo, solo eran unas débiles mujeres.

Así que su gitana, después de todo, no era una espía, simplemente una ladrona y ella había tenido la desgracia de que fuera una de las cuñadas de su amiga, pensaba Josette mientras observaba con atención a la mujer de Lady Dragón.

Finalmente, se sentó con tranquilidad en el sofá a los pies de su cíngara y aguardo pacientemente, con una burlona sonrisa en los labios, la explicación que daría su temperamental pelirroja a sus hermanas sobre ella y sobre lo que minutos antes estaban haciendo en ese mismo sofá.

Hope se incorporó y cubrió con rapidez su desnudez cuando la inepta neandertal se decidió a dejar de apresar su cuerpo. Durante unos instantes se sintió tentada a dejar que sus hermanas se deshicieran de ella cuando vio con qué tranquilidad se sentaba junto a ella y le sonreía como si toda la situación fuera un chiste, y mientras Josette se relajaba tranquilamente, ella se devanaba los sesos pensando que decir a sus hermanas para que no mancharan la alfombra del estudio, qué tanto trabajo le costaba limpiar a Alfred, con la sangre de esa estúpida que no hacía otra cosa más que sonreír.

—Todo esto es un tremendo error... — comenzó a explicar Hope con la esperanza de ser escuchada.

—No te preocupes, nos desharemos de ella y ya está. ¿Dónde quieres que le pegué el tiro: en el corazón o en la cabeza? — preguntó sanguinariamente Lizzie con una sonrisa de satisfacción en sus labios.

—¡No! — gritó Hope interponiéndose entre esa noble estúpida y la pistola, porque, aunque fuera la persona más arrogante, necia y desdeñosa que había conocido, no quería verla muerta en el suelo del estudio de su cuñada. Demasiadas explicaciones que dar cuando acabara el día.

—¿Qué crees que estás haciendo? —¡Quítate de en medio! — ordenó Penelope a su hermana con enfado.

—Ella no me ha hecho ningún daño — declaró Hope abiertamente a sus hermanas —.
Ni me ha obligado a hacer nada.

—Entonces es aún peor de lo que nos imaginábamos: ¡Te ha seducido y pensaba irse sin más! — señaló Lizzie acusadoramente.

—¿Qué tienes que decir en tu defensa? — exigió Penelope dirigiéndose a Josette mientras colocaba de nuevo la punta de su afilada espada en su cuello.

—Que ningún noble se dignaría nunca casarse con una vulgar gitana, por muchas hermanas armadas que está tuviera — contestó Josette con arrogancia luciendo una sonrisa burlona en su distinguido rostro.

Jugando La Conquista (Adaptación Hosie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora