Capítulo 9

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La boda se celebró sin mayores contratiempos, aunque todos se sintieron sorprendidos ante la gran sonrisa de satisfacción que exhibía Josette frente al fruncido ceño de enojo que mostraba la novia.

Ya estaba, por fin lo había hecho. Al final se había casado con esa energúmena luciendo el vestido más horroroso del mundo. A cada paso que daba, se ahogaba en medio de una marea de volantes y lazos que no la dejaban respirar. En esos momentos no solo estaba molesta con Josette por haberse largado silenciosamente antes del amanecer sin despedirse siquiera, también estaba furiosa porque la muy taimada le había conseguido robar su talismán. No solo eso, sino que se había atrevido a llevarlo triunfante en su cuello el día de su boda.

¡Ah, pero a una ladrona no se le reta de esa manera y queda impune! De modo que, cuando el sacerdote las hubo declarado en matrimonio y hubo recitado mecánicamente la típica frase de «Ya puede besar a la novia», había sido ella quién se había alzado amorosamente hacia ella envolviendo su cuello con sus brazos, demostrándole con sus labios que la pasión de la noche anterior aún estaba presente entre ellas.

Josette le había devuelto el beso acercándola con fuerza contra su cuerpo para que notará lo preparada que estaba para repetir pronto lo ocurrido en el dormitorio.

Fue ella la que al final se apartó de Josette cuando comenzó a escuchar los murmullos de desaprobación de la alta sociedad ante tales muestras de cariño, pero, mientras ella sonreía llena de satisfacción por su victoria, Hope se deleitaba en el hecho de que su talismán volvía a estar en sus manos. Esta vez a mejor recaudo de su antigua dueña, quién todavía no se había percatado de que le habían robado frente al mismísimo altar, con decenas de testigos, el mismo día de su enlace.

Josette disfrutaba del espléndido y delicioso banquete qué se estaba llevando a cabo en la mansión de la condesa de Cousland junto a sus amigas y familiares, cuando de repente se dio cuenta de la pérdida de su moneda. Ahora comprendía el motivo de la desmesurada muestra de afecto de su cariñosa esposa. Se volvió hacia ella sin perder en ningún momento La sonrisa y le declaró la guerra abiertamente.

—Ahora que eres mi mujer, no me importa que tengas mi valiosa moneda. Después de todo, siempre sabré dónde hallaros a ambas, esta noche, sin duda alguna, en mi cama — declaró Josette sonriente, fijándose con atención en la reacción de la airada novia.

Está no se hizo esperar. Hope la miro indignada a la vez que dirigía su mano por debajo de la mesa hacia el bajo de su vestido. Antes de que ella pudiera extraer el afilado cuchillo para amenazarla, Josette detuvo su mano apretandola con la suya contra su muslo.

—Aquí no, querida, o me temo que tendré que cachearte — susurró con socarronería Josette, soltando su mano y acariciando incitadoramente su muslo por encima de la liga —Y ya sabemos cuánto me excita desarmarte, mejor lo dejamos para esta noche, cuando no tengamos espectadores — comentó Josette mostrándole que ese no era el momento ni el lugar apropiado para comenzar su particular batalla.

Al final, Hope se rindió alzando su mano para seguir disfrutando de la comida, pero Josette continuó acariciándole maliciosamente el muslo, subiendo cada vez más hasta dar con su lugar más íntimo, dónde una barrera formada por sus apretadas piernas intentaron hacerla desistir de sus avances.

Josette se mostraba alegremente despreocupada ante todos los invitados mientras seguía con sus perversos juegos por debajo de la mesa, por lo que Hope permanecía tensa a su lado. En más de una ocasión intento apartar la escandalosa mano de su muslo, pero ella era más fuerte y la traviesa mano acababa siempre en el mismo lugar o incluso un poco más arriba.

Cuándo Josette comenzó atrevidamente a acariciar su húmedo interior, Hope se sintió enormemente acalorada y excitada.

Antes de que nadie supiera que estaba muy cerca de ignorarlos a todos y abalanzarse sobre Josette para rogarle qué la poseyera allí mismo, busco con desesperación una retirada de los apasionados avances de su esposa, por lo que, sin apenas importarle quién era, acepto bailar con un desconocido cuando la música de un vals comenzó a sonar... Algo que sin duda alguna fue un error, ya que desde la pista de baile pudo observar como la enfurecida mirada de Josette la seguía en cada instante, reprendiéndole su cobarde retirada.

Jugando La Conquista (Adaptación Hosie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora