«Hola Derek.
Ayer me dolió cuando viste mi nota, la tomaste y la tiraste al papelero en ese momento me dieron unas inmensas ganas de llorar y gritarte, pero me las tuve que aguantar. No creí que harías algo así.
Fue un poco idiota ¿no?
Hoy te pedí mi helado y no tuve el valor de mirarte a tus ojos, tú me dijiste que pasaba y yo te respondí mal.
¡Ay, Derek! estoy enfadada contigo, que no tengo muchos ánimos de escribir, ánimos de nada.
Adiós.
Anónima.»