Derek se sentía emocionado pronto conocería a su querida chica de las notas. No sabía que haría cuando tenga a esa anónima frente suyo. Él no tenia un plan o algo ideado solo quería que pase, no todo iba a ser siempre perfecto.
Se levantó y se arreglo como todas las mañanas, se sonreía en el espejo. Era raro de él sonreír por las mañanas pero aquella chica lo cambió a él y a todo. Por la extraña anónima dejó a la chica con que salía, Susie, no podía estar con alguien que no quería, menos si sentía sentimientos extraños hacia otra muchacha. Prefería mil veces ir con la verdad, ni tener rollos extraños.
Salió de la ducha con su cabello castaño y rubio cubriendo su frente. Quería irse temprano a la heladería quería llegar antes. Se puso una playera amarilla, un jean negro y sus zapatillas negras. Se dio una ultima mirada en su espejo, se alboroto su cabello y salió.
El día estaba soleado como todos los días anteriores, ninguna nube tenía presencia, sin duda que para Derek su estación favorita era verano.
Logro divisar la heladería, otros chicos ya estaban llegando y que uno que otro cliente salió con cafés o pasteles. La mayoría eran los que trabajaban temprano y no alcanzaban a desayunar porque su jefe era estricto.
Al mirar la hora se alegró porque iba más temprano así poder tomar un zumo de cereza que tanto amaba. Al igual que el helado de menta con chispas de chocolate. Se acordó de la chiquilla, Amber, siempre ordenaba lo mismo, ya habían hecho las pases, no quería estar enfadado con ella, ya que era muy peculiar y le llamaba la atención aquella muchacha de sus claros ojos cafés y su largo cabello negro, con su manicura siempre desgastado, y sus labios siempre llevaban un rosado que hacían querer admirárselos.
Antes de entrar a la heladería, se para para ordenar su bolso. Al entrar se detuvo en seco.
Amber estaba dejando un papel color rojo en el mesón con su nombre, él se sintió aturdido. ¿Todo este tiempo ella fue? ¿Cómo no se había dado cuenta antes? ¿Tan ciego estaba? ¿De verdad era ella? Por un momento quiso darse la vuelta e irse y no enfrentarla para detener sus dudas, pero decidió que era tiempo de dejar de lado ese juego y aclararlo.
Quiso decir algo pero no pudo, no articulaba palabras.
Amber al darse la vuelta dio un grito y saltó del susto. Sabía una cosa, la habían descubierto, un lado de ella sabía que corría este riesgo al querer venir mas temprano y a la misma vez se sentía algo aliviada.
Se empezó a morder los labios por los nervios. Quería correr de allí, viajar a China y no volver jamás.
— ¿Tú? —logró decir Derek.
— Yo—afirmó Amber.
Derek se acerco a ella aun manteniendo la distancia. La tomo de su frágil y delicada mano le dio una vuelta y la apego a él. El pequeño cuerpo de la muchacha se tenso a sentir a su querido chico de ojos azules tan cerca.
—Siempre fuiste tú— murmuró Derek y río por lo bajo.
Derek sonrió, logro lo que quería que su pequeña chica de las notas este nerviosa. Se sorprendió con saber quien era su admiradora secreta, su anónima, pero le hizo feliz. Quería a esta chica, porque con solos un papel, unas palabras había logrado enamorarlo.
El deposito un beso en la comisura de los labios de la chica y ella cerro los ojos al sentirlo.
Se inclino y la tomo de la cintura elevándola un poco, rieron y salieron de la tienda. Amber gritaba pero a la vez reía. La escena era muy tierna para las personas que los veían. Unos abuelos que había cerca susurraron : Que hermosa pareja, larga vida a esos muchachos.
— Por y para siempre mi anónima ¿no?—dijo Derek—, solo que ahora sé que tienes un nombre, mi querida anónima Amber.
Mientras se acercaba a besar los labios de su querida chica. Ella con mas confianza, acarició su mejillas de manera suave, cuantas veces había soñado con poder hacerlo.
— Y tú mi querido chicos de los ojos azules.