Capítulo 9

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                                                                                     Capítulo 9


−Sonrie Grace, vamos −mis padres me toman fotos deseosos de llevarme otra vez a casa luego de mi operación. Ellos hablaron de la universidad y comenzamos a comprar por Internet las cosas para decorar mi cuarto.

Estoy muy emocionada y por primera vez veo que mis padres también lo están.

−Tenemos una sorpresa para ti −me dice mi madre con cierto misterio −. Le preguntamos al doctor si podríamos llevarte a casa por la menos una noche y nos dio permiso. Así que recoges tus cosas y te vienes con nosotros.

De camino a casa me siento atrapada en una película donde por primera vez soy la protagonista, donde me alivia el hecho de respirar otro aire y sentir el leve movimiento del auto andar. Todo tiene más color, incluso las estrellas y comienzo a creer que poco a poco mis pulmones me dejan respirar con un poco de más normalidad. Aunque claramente solo es la emoción.

−Bienvenida a casa −mi padre me abre la puerta y la nostalgia me hace oler a azúcar quemado de cuando hacíamos con mi madre el postre.

Todo esta muy diferente desde la última vez que la vi pero al entrar a mi estaciona todo sigue igual, cada cosa en su lugar y luego de mucho tiempo encuentro paz en la soledad. Pero de todas maneras mi casa no se siente tanto como un hogar porque me falta Logan para hacerme reír con sus tonterías, y Flor con su mal humor. Porque no hay magia en escaparme por la ventana de mi habitación o salir al pasillo con la excusa de ver a Lucky. Porque siento que una parte de mí esta aferrada a ese hospital, en especial a ese chico de ojos café que tiene la manía de sorprenderme cada vez más.

Escucho a mi padre desde el otro lado de la puerta.

−Tienes visitas −y antes sus palabras veo a Lucky con un ramo de rosas.

No puedo creerlo.

−¡¿Que haces aquí?! ¡¿Estas loco?!

−¿Como no me dijiste que consiguieron un trasplante para ti? Grace, eso es increíble.

Sonrió cuando me entrega las rosas junto con un beso en la mejilla.

−¿Por eso viniste hasta aquí?

−Me entere de la noticia y automáticamente llame a tus padres, no podía esperar a felicitarte. Perdón, la emoción me estaba matando.

−Estas loco, Lucky −niego con la cabeza y me acerco poco a poco a él −. Gracias por todo lo que haces por mí, soy afortunada de tenerte.

−No te emociones mucho, yo solo vine porque tu madre me dijo que hace un buen pastel de carne −me burla y al rato estamos los cuatro sentados en la mesa.

Papá no para de hablar, nunca antes lo había visto tan feliz. Mamá intenta contar anécdotas mías de cuando era pequeña pero la mayoría de ellas eran en el hospital así que dejamos que Lucky hable. Nos reímos de sus historias en el hospital y cenamos un rico pastel de carne, luego ayudamos a mi madre a preparar el postre y aunque seamos un desastre termina saliendo riquísimo.

−¿Como estás? −le pregunto a Lucky una vez en mi habitación.

−Esto me ayuda a sentirme mejor −se acuesta sobre mis piernas cuando ponemos una película −. Hoy la pase muy bien, tienes una linda familia.

−Lo sé.

Posa sus manos frías sobre mis piernas y me acaricia con suavidad hasta que nota que mi respiración comienza a agitarse. La suya igual.

−Lucky... −jadeo cuando comienza a subir sus manos hasta mi falda, la desabrocha y con sus dedos corre mi ropa interior a un lado. Sus dedos están sobre mi piel, moviéndose con tal suavidad que hace que mi columna se arqueé de placer, y tenga que taparme la boca con ambas manos para que mis padres no me escuchen.

−Lucky −gimo su nombre una y otra vez hasta que logro tomarlo del cuello, lo traigo hacia mí y mirándolo fijo a los ojos, le digo −: Ya estoy lista para ti, quiero que me hagas el amor.

Su sonrisa prevalece en mi mente durante el tiempo que acabamos en quitarnos la ropa, sus manos por todo mi cuerpo, sus besos en mi espalda y su corazón agitado, todo, absolutamente todo, hacen mi noche perfecta.

−tu es belle étant à moi −su acento francés, combinado con sus ojos oscuros de euforia y erotismo, envuelven mi mente en una profunda locura de éxtasis.

Terminamos al rato acostados mirando el techo, ninguno de los dos dice nada porque el momento amerita el silencio y la conexión que sentimos entre ambos. Lucky me mira como si estuviese apreciando algo misterioso e intrigante, yo lo hago de la misma manera imaginando en lo que pensara cuando me mira.

−¿Te iras del hospital luego del trasplante?

−Sí −respondo −. Pero volveremos a vernos, ¿verdad?

−No podría no hacerlo −me acaricia el rostro −. Estoy feliz por ti, Grace. Por fin tendrás la vida que siempre soñaste.

Asiento con la cabeza, y omito decirle que ninguna vida es tan digna de vivir sin un Lucky que te impulse a hacer locuras por las noches y te aparezca de la nada en tu casa con rosas en la mano. Omito expresar lo que siento por él porque el miedo me domina cada vez que lo intento pero temo que cuando quiera hacerlo sea demasiado tarde.

Sumerjo mis dedos sobre su cabello con suavidad hasta que se queda dormido.

−Te quiero Lucky −le susurro dándole un beso en la frente y me quedo dormida.

Pero dicen que la felicidad dura poco y no me refiero porque salio el sol y debemos volver al hospital. Porque todavía es de madrugada y los gritos de mi madre nos despiertan desorientados.

−Debemos regresar al hospital −mi madre me toma del brazo con fuerza y urgencia −. Apúrate, Grace. Debemos irnos.

Llegamos al hospital durante el peor viaje de mi vida, mamá no dejaba de llorar y mi padre no se atrevía a decirme que estaba sucediendo. Lucky me abrazo durante todo el viaje esperando que no sea lo mismo que yo estaba pensando, pero las palabras del doctor Bulson fueron exactamente lo que esperaba:

−Ante la última prueba vimos que tu cuerpo no iba a aceptar esos nuevos pulmones, no vamos a realizar la operación −no me importa oír la parte científica y las miles de disculpa que comienza a dar, simplemente camino hacia mi habitación y me recuesto.

Lucky me sigue desde atrás.

−Moriré... −una lagrima se escapa de forma repentina −. Moriré, Lucky −y una lagrima se convierten en muchas que no logro aguantar y me quiebro −. Moriré...

Y esa noche el miedo inunda todo mi cuerpo, porque ya pasaron tres meses y  respirar se vuelve cada vez más difícil. Me acurruco en los brazos de Lucky con fuerza, tanta como para asegurarme que la muerte no venga por mí esa noche.

El club de los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora