Capítulo 4: It's nice to have a friend

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Volkov no se sorprende de que esa mañana Horacio no llegue a tiempo después de toda la semana haciéndolo. Su práctica es por la tarde, porque es a esa hora a la que verán a la compradora, y será su última práctica acompañados por Alanna. A partir de ese momento, tendrán que apañárselas solos.

En cuanto al informe, no van muy mal. Volkov va adelantando trabajo en sus ratos libres, pero tiene que admitir que Horacio está mucho más centrado de lo que él prevenía, y han pasado todas las tardes de esa semana trabajando juntos unas cuantas horas. No puede quejarse de absolutamente nada: Horacio trabaja muy bien. Aunque en un principio Volkov creyera lo contrario, ahora tiene que admitir que Horacio es capaz de centrarse cuando la situación lo requiere, trabajar horas extra y mantenerse serio.

Eso, aún así, no le quita su esencia. Sigue siendo Horacio, y sigue actuando con Volkov como siempre lo ha hecho. Y Volkov sigue poniéndose nervioso y aborreciendo cada uno de sus comentarios fuera de lugar.

Bueno, últimamente ha empezado a tener dudas respecto a- -

—¡Volkov! —llama Horacio, interrumpiendo los pensamientos del ruso. Debe de acabar de llegar, porque ni siquiera se ha quitado la chaqueta—. Buenos días.

—Eh... Buenos días, Horacio, ¿qué tal? —no entiende por qué motivo se dirige a él antes de dejar sus cosas en su escritorio o de buscar a Gustabo, pero tampoco se lo pregunta.

—Muy bien —responde, y de verdad parece contento—. Aunque me duele un poco la cabeza... ¿Me acompañas a tomar un café?

Volkov duda. Sabe que debería negarse, porque técnicamente ya ha empezado su jornada laboral, pero no quiere hacerlo. Horacio parece genuinamente contento, y se sentiría mal negándole algo en ese momento.

En general, Horacio tiene una actitud persuasiva que hace complicada la tarea de decirle que no.

—Vale —acaba diciéndo, y se levanta de su silla. Horacio le sonríe, y pasan por su escritorio para dejar sus cosas antes de dirigirse a la sala de descanso.

Volkov no le pregunta por su dolor de cabeza hasta que, sentados en su mesa de siempre y escuchando la lluvia como siempre, Horacio suelta la taza de café -otro detalle extraño en el que él se fija, porque Horacio no suele beber café- para frotarse las sienes con los dedos.

—¿Estás bien? —pregunta Volkov. Horacio suspira y deja salir una sonrisa leve.

—Estoy bien. Es que... ayer fue una noche movidita... —se le escapa la risa, y Volkov frunce el ceño, porque no sabe de qué está hablando.

—¿Y eso? ¿Te encontrabas mal? —Horacio se ríe porque los tiros no van por ahí, pero Volkov parece que eso es lo primero en lo que ha pensado.

—No... todo lo contrario, ruso, me encontraba muy bien —ríe de nuevo, bebiendo un sorbo de café, mientras Volkov espera a que siga hablando—. Salí de fiesta con algunos amigos y aún tengo algo de resaca, sólo es eso.

Volkov asiente con la cabeza. Hace mucho que él no sale de fiesta, pero tampoco es algo que eche de menos.

—¿Te... divertiste? —pregunta, porque no sabe qué se le dice a una persona que te está hablando de una fiesta en la que tú no estuviste y llena de gente que tú no conoces. Además, en cierto modo le alivia que Horacio se lo pase bien. Es una persona muy alegre, y no debería estar siempre en ambientes cansinos y drenantes como el trabajo.

—Bastante —responde Horacio, con una risa suave—. Mucho, la verdad.

—Me alegro —Horacio siente un cosquilleo por dentro al pensar que a Volkov realmente le importa que él se haya divertido, pero descarta esa opción porque lo más probable es que lo esté diciendo por cortesía.

This love is ours [volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora