Capítulo 6: I Know places

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—A lo mejor sólo son amigos —Greco mira a Gustabo como si se hubiera vuelto loco. Pero, contrario a lo que esa mirada parecía significar, responde con un:

—A lo mejor sí. Pero... no sé, me parece raro —dice, apoyado en la pared—. Volkov no actúa así con nadie.

Están aprovechando los últimos minutos del descanso para hablar de Volkov y Horacio, apoyados en la pared, con una visual casi perfecta de la sala donde están trabajando ellos dos. Ese viernes ni siquiera han parado para hacer un descanso, enfrascados como están en el informe que tienen que redactar.

Aunque, desde la perspectiva de Greco y Gustabo, no parecen tan centrados en el trabajo. Los ven reírse constantemente, a ambos, y se miran de reojo cuando el otro no está atento. Por eso ellos dos han empezado a hablar de su relación, porque ninguno sabe nada.

Ni Volkov le ha hablado a Greco de Horacio, ni Horacio le ha hablado a Gustabo de Volkov. Y esto último es más raro. Por eso no saben qué hay entre ellos, y por eso están especulando tanto.

—Que no actúe así con nadie no significa que le guste —dice Gustabo, y  se encoge de hombros. Greco mantiene la mirada en ellos dos, y luego contesta:

—A ver qué pasa hoy —justo en ese momento, Volkov y Horacio están recogiendo sus cosas para salir de la sala y hacer un muy merecido descanso.

—¿Tú crees que va a pasar algo? —pregunta Gustabo, que duda más que Greco que entre ellos dos vaya a pasar algo, porque le parece que no pegan demasiado.

—Hombres, pues... no lo sé. A lo mejor Horacio se lanza y Volkov le sigue el rollo —propone, sonriendo—. El ruso no habría accedido si no fuera por Horacio.

Hoy es el cumpleaños de Conway. Para celebrarlo, los trabajadores de esa sucursal han organizado una cena en un restaurante y, después, algunos irán a una discoteca. Por primera vez, Volkov ha accedido. Ni se lo ha confirmado ni se lo ha desmentido, pero Greco sabe que ha sido todo gracias a Horacio.

—Creo que Horacio se está ilusionando demasiado y le va a hacer daño —Greco frunce el ceño al escucharlo. Él no está de acuerdo.

—Dale un voto de confianza a Volkov, tío —rebate, bajando la voz porque se están acercando a ellos—. Yo creo que pueden pasar cosas bonitas.

Gustabo vuelve a encogerse de hombros, escéptico, pero se gira hacia ellos para saludarlos y cambiar rápidamente de tema.

-

Los días así -en los que estás esperando que acaben porque tienes un plan divertido, o importante- pasan muy lentos. Pero siempre acaban pasando.

Cuando llega el final de la jornada, cada uno se va a su casa para vestirse. Ellos cuatro hablan de ir juntos, pero, como tienen planes y rutas distintas, acaban decidiendo que es mejor verse en el restaurante a la hora justa.

Lo que Volkov y Horacio no saben es que Greco y Gustabo van a hacer todo lo posible por dejarlos solos la máxima cantidad de tiempo posible. No será complicado, porque siempre encuentran algo de intimidad a pesar de estar rodeados de gente, pero sus amigos quieren ayudarlos. Por eso, los únicos que llegan a la hora acordada son ellos dos. Greco y Gustabo llegarán más tarde.

Lo primero que hace Horacio al ver al ruso es meterse con su ropa. Está muy guapo, muy elegante y, aunque siempre viste con formalidad, esa noche le ha puesto atención a cada detalle.

—Menuda ropa, ¿eh? No te queda bien —miente. Y miente tan obviamente que Volkov sonríe, algo avergonzado, al saber que quiere decir todo lo contrario. Ya lo conoce, ya ha aprendido a entender sus indirectas y sus comentarios.

This love is ours [volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora