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Singto y TopTap visitan a los familiares del fallecido. Era un hombre en sus veinte aunque muy hermoso. Casi un modelo. Se descubrió que era un influencer, famoso en la región por vestir como mujer y lucir tal cual una muñeca sin imperfecciones en las redes. Ahora mismo la madre del fallecido anda en ropas cotidianas que tienen el mismo color que la mujer: pálida. Si esta mujer fuera un dibujo animado sería como los de Tim Burton. Incluso su cabello está engreñado. Claramente no está en buenas condiciones por la noticia. Perder a un hijo no es algo que se supera en un par de días, mucho menos si es perdido por algo tan cruel y bárbaro, como un asesinato. Limpia sus conductos lacrimales con una servilleta hecha una bolita arrugada. Solloza cabizbaja intentando recomponerse para atender a los dos policías.

El progenitor viene desde la cocina atrás, con bandeja en mano de galletas recién horneadas. Coloca la bandeja en la mesa frente los policías. —Gusten un poco. Seguro no la tienen fácil. — El amable señor les regala una sonrisa. Su cabello es blanco y, para su edad, luce bastante bien.

—Gracias, señor. Lamentamos su pérdida. — Singto se disculpa en palabras mientras TopTap une sus palmas cuál oración como agradecimiento. El señor toma asiento en el sofá al lado del de su esposa. Son sofás iguales pues son conjuntos de enamorados.

—Perdoné que estemos aquí para hacer preguntas, por favor no permitan que nuestros trajes los intimiden y tomense su tiempo para contestar. — Singto habla con demasiada moderación mirandólos paciente.

—Ya estamos, — La mujer oculta sus flecos tras sus orejas. Traga grueso. Entonces deposita ambas manos en su regazo. —listos.

Su esposo la toma de una mano y ella rápidamente mira a este, dándole una forzada sonrisa labial y voltea hacia los policías. —¿Qué es lo que desean saber? — Modera su articulación para no agraviar la misma.

—Su hijo se llamaba Na Naphat Thitonwang, ¿no? — Pregunta Singto. Su compañero oficial se lleva una galleta entera a la boca, abultando sus mejillas como ardilla, pero extra exageradas. Se detiene al crujir la galleta sin consideración alguna y dejar par de migajas caer. Todos lo miran extraño. Singto, sobretodo, lo mira mal. El chico parpadea sin remover su galleta primero mirando a los progenitores, luego, paulatinamente gira hacia su hyung.

Nota la mirada de este y casi puede jurar escuchar el canto de una vaca irritada al mirarlo. Vuelve a parpadear rápido desviando la mirada. Con una mano se ayuda así mismo a introducirse toda la galleta. Sellando sus labios en una delgada línea para retener todo dentro y mastica en silencio.

—Sí. Mi hijo se llamaba así. — Continúa la mujer.

—¿Saben si tenía problemas con alguien en específico o si había alguien que le tuviera un tipo de rencor?

—No, bueno... — El esposo comienza a negar y comparte una mirada con su esposa. Tal tampoco parece pensar en alguien que tuviera tales sentimientos hacia su hijo. Ella también niega, volteando hacia los oficiales.

—No, llegamos a conocer a sus amigos. Era un buen chico. Todos lo querían. Hace poco los chicos nos dijeron que van a hacer un mural para rendirle honor en el parque, el sábado.

—Mm. Ya veo. — Singto asiente con una sonrisa labial agradable. Se agacha para anotar todo con su bolígrafo.

—Aunque, un momento, — El hombre mayor comienza a hablar. Entonces todos voltean a verlo. Singto incluso pausa su escribir. —hubo un chico, mi amor, no sé si recuerdes su nombre-- er, ese chico se llegó a obsesionar con él. Solían salir y Na creo que le llegó a poner una orden de restricción.

—¡Oh! Ahora me acuerdo. Es cierto. — Accede con varios asentires, pero parece olvidarse de los oficiales. Singto debe echarse un poco para enfrente y llamar la atención con gentileza, confundido:

𝐎𝐣𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐔𝐧 𝐆𝐢𝐠𝐨𝐥𝐨́• SingtoKristDonde viven las historias. Descúbrelo ahora