ᴀ́ɴɢᴇʟ ᴅᴇ ᴏᴊᴏs ᴀᴢᴜʟᴇs «David Jones; Criminal Case»

♡ - ¦ Capítulo 6: Cadáver En Un Jardín【✎】¦ - ♡

┈┈➤No pongan la canción hasta que yo diga, ¿Vale? ¡Empecemos!
《Dedicado a la persona que puso ese primer comentario, así es; eres tú KenjuStories que lo disfrutéis!》
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「Jones POV」

←Una hora atrás...←

Si bien, ambos pensamos que las cosas raras acabarían justo ahí cuando se fueron, pero estábamos equivocados, porque una vez que giramos a nuestras espaldas, notamos que nada parecía fuera de lugar. La cajuela del auto estaba intacta, como si nunca hubiesen intentando asesinarnos.

—¿Pero qué carajos está pasando? —Erica se restregó la cara varias veces, incrédula, pero los hechos eran reales.

Nos quisimos asegurar así que ya estando adentro fuimos al baño, todo estaba limpio, el mensaje ya no estaba en el espejo y todos los materiales seguían normales —a excepción de la horrenda foto, cuyo paradero es aún desconocido—.

—Adivinaré, esto no debió pasar —ella asiente, aún sin creer nada de lo que pasa.

—Es que esto no es posible... Nina no pudo haber aparecido de repente si no la llamamos, ¿Entonces que demonios estaría haciendo con Jeff?

—¿Qué no se supone que ella le guarda mucho odio o algo?

—Sólo son rumores, tampoco está cien por ciento confirmado. Y además, ¿Cómo se deshicieron de todo? El mensaje literalmente desapareció del espejo —se cruzó de brazos confundida.

Luego de pensarlo un poco mejor, añadí:

—¿Y si todo sigue igual allá arriba?

—¿Te referís al hueco en la puerta? —asentí— Supongo que eso también está restaurado —caminó a las escaleras y a mitad de las mismas se encontró con la prenda que había perdido—. ¡Hey, la huella de sangre ya no está!

Admito que esto se había salido de control, y para colmo nuestro los dos teníamos heridas —las cuales aún no habían dejado de sangrar, por cierto—, quise mencionar algo pero...

—Sé lo que vas a decir —me interrumpe antes de decir palabra alguna—, esa expresión en tu rostro me lo dijo todo. Y no, NUNCA más volveremos a hacer algo como eso, ¡te lo puedo asegurar! —fue a su habitación y suspiré.

—Al menos eso nos enseña que nunca hay que hablar con el Diablo.

—¡QUE NO ES EL DIABLO! —rechistó y rodé los ojos.

Al cabo de un par de minutos volvió con un botiquín de primeros auxilios en manos.

—Ven —me guió al sofá del salón—, hay que vendar esas cortadas.

—Oye, tampoco es para tanto... —me senté a su lado.

—Primero que nada, estás en mi casa; eres mi invitado y es lógico que te vaya a tratar con hospitalidad —justificó—. Y segundo, casi por mi culpa te lastimaste; así que es mejor que lo arregle, comenzando por vendar tus dedos.

Tomó mi mano y con unas venditas adhesivas empezó a curarme, lo hacía con una delicadeza y calma que me impresiona que trate la herida con mucho cuidado, cómo si fuese algo grave; y ya que se encontraba muy concentrada en su tarea me dedico a admirarla un poco más.