-La Estrella-

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Disclamer: Ni los personajes, ni los lugares, ni parte de la trama de esta historia me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo solo escribo para divertirme y entretener a quien quiera leerme, una navidad más :)

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Nota de la Autora: Este fic de temática navideña contará con 12 capítulos y participa en la #Dinámica_Navideña organizada por las páginas de Facebook "Inuyasha Fanfics" y "Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma". Se trata de la dinámica #12_eventos_decembrinos. Gracias por invitarme a participar una vez más. ¡Espero que os guste!

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Sol Invernal

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—La Estrella—

Miércoles, 30 de noviembre.

La estrella dorada.

La que solía colocar en la parte más alta del árbol de navidad cuando era niña y a la que pedía sus deseos. También la colgó de sus ramas verdes más tarde, siendo una adolescente, en todas aquellas navidades felices (¿Felices o locas? Tan locas, ajetreadas y agitadas...)

Felices concedió al final.

Si rebuscaba entre sus recuerdos de entonces, como lo haría con sus dedos hurgando en un cajón lleno de trastos, encontraba, todavía intactos, esos momentos. Veía las imágenes enmarcadas, en fila, sobre una pared inmensa de su mente y sonreía. O al menos quería sonreír.

Nostalgia.

Notó un acaloramiento en su pecho y que su corazón se abría, como un mecanismo viejo y oxidado, solo un poquito, lo justo para que esos recuerdos entraran y la hicieran estremecer con una delicadeza tal que casi le entraron ganas de llorar. Y le resultó incómodo verse sobrecogida por algo así. Era ridículo.

¡Solo por una tonta estrella! Por eso, Akane la había dejado casi todo el día, desterrada, sobre el alfeizar de la ventana de la cocina y no fue hasta la noche, cuando se puso a llover, que regresó a buscarla y decidió perdonarla.

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Esa mañana, al abrir un viejo armario del segundo piso, el adorno había caído sobre su cabeza sorprendiéndola. No le hizo daño, claro, pero aun así ella exclamó:

—¡Ay! —Palpándose la coronilla—. ¿Qué...?

Hacía ya un tiempo que Akane aprovechaba cualquier oportunidad para decirse cosas a sí misma y ahuyentar así el silencio con su voz. Lo hacía, cada vez, con mayor naturalidad y soltura, de modo que al descubrir la estrella a sus pies y reconocerla, frunció el ceño y preguntó:

Sol InvernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora