-El Muérdago-

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Disclamer: Ni los personajes, ni los lugares, ni parte de la trama de esta historia me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo solo escribo para divertirme y entretener a quien quiera leerme, una navidad más ^^

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Nota de la Autora: Este fic de temática navideña contará con 12 capítulos y participa en la #Dinámica_Navideña organizada por las páginas de Facebook "Inuyasha Fanfics" y "Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma". Se trata de la dinámica #12_eventos_decembrinos. Gracias por invitarme a participar una vez más. ¡Espero que os guste!

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Sol Invernal

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El Muérdago

Domingo, 11 de diciembre

El reloj rozaba la medianoche y Ranma había perdido el hilo de la película.

Dio un respingo apartando los codos de la mesa y arrugó la nariz al darse cuenta de que hacía cinco minutos que su mirada repasaba las imágenes que se sucedían en la pantalla del televisor sin prestar atención a los diálogos, la musiquilla de fondo llenaba los rincones de su cerebro distraído. Parpadeó un par de veces, tratando de despejarse y enderezó la espalda para sentarse bien erguido sobre el suelo.

¿Por dónde va? Se preguntó. El calorcillo del Kotatsu sobre sus piernas y la quietud del comedor le habían adormecido un poco. Bueno, no importa demasiado, ¿verdad?

Se refería al argumento. No importaba si se distraía en sus pensamientos o en ese cosquilleo de expectación que ya tenía atorado en su estómago, porque conocía la historia de sobra. La noche anterior, Akane y él habían visto otra versión, más añeja y cursi, de la misma película que estaban viendo ahora: Cuento de Navidad. Las dos habían empezado igual y era de esperar que ocurrieran las mismas cosas, hasta llegar al mismo desenlace.

¿Qué interés tenía ver lo mismo? Él no lo sabía, pero Akane estaba encantada.

Sentada a su lado, no apartaba los ojos de la pantalla con el semblante rebosante de emoción y curiosidad. Le encantaban las películas navideñas, por eso ya habían devorado unas cuantas en lo que iba de semana.

A Ranma no es que le gustaran especialmente, pero las veía cada noche conteniendo un bostezo tras otro porque Akane parecía disfrutar pasando ese rato con él y, además, tenía que admitir que ese momento tenía algo de especial. A esa hora, cuando todas las tareas están hechas, cuando el silencio de la noche no admite sonidos más allá del viento o el golpeteo de las ramas desnudas de los árboles, los dos se sentaban bajo el Kotatsu, muy juntos, sin que ninguna otra cosa importara o se interpusiera. Era un rato de calma, de miradas distraídas que a veces coincidían en el espacio y de roces bajo el faldón que se daban por casualidad y cada vez provocan menos vergüenza.

Sol InvernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora