One Shots -𝑀𝓎𝓈𝓉𝒾𝒸 𝑀𝑒𝓈𝓈𝑒𝓃𝑔𝑒𝓇 +18

Saeyoung♡~

Estaba paseando. Ha estado dando vueltas durante la última media hora, calculando todas las ramas posibles que podrían surgir de su plan. Si se tratara de una caricatura, el piso se habría gastado hasta que estuviera en un hoyo hasta la cintura.

Lo observaste desde tu asiento en la cama, apoyada contra el poste.

Saeyoung estaba ansioso. Su mente estaba llena de pensamientos sobre la agencia, Saeran, V y tú. Nunca fue el héroe de la historia, no, siempre fue alguien que trabajaba detrás de escena. El teléfono emitió un pitido con anuncios coordinados cada pocos minutos. El viaje acababa de comenzar, ambos se estaban preparando para salir por la puerta a primera hora de la mañana.

—Sé que estás realmente asustada. —Comentó. —Lo siento. Te prometo que todo habrá terminado mañana.

Hizo una pausa para agacharse y revisar tres veces las mochilas llenas de equipo.

—No puedo creerlo. Voy a ver a mi hermano. —Su voz se quiebra ligeramente. —Sabes, sin ti, nunca hubiera sabido nada de esto. Y… por primera vez, quiero hacer cosas con otra persona.

Se volvió hacia ti, se arrodilló y tomó tus manos entre las suyas.

—Una vez que empecé, no pude parar. No podía dejar de pensar en ti. Pero ahora tengo miedo.

Levantó su mano para rozar tu mejilla.

—Tengo miedo de que te escapes o que algo malo vuelva a suceder.

Te miró a los ojos, aparentemente buscando aprobación. No, confirmación.

—Esta noche podría ser la última... Así que, si es nuestra última noche, solo quiero hacer una cosa.

Sus labios rozaron los tuyos.

—¿Puedo… ser un poco egoísta contigo? Quiero dejarte evidencia... de que existí.

Escuchaste atentamente en como habló en tiempo pasado. Es como si estuviera listo para irse al menor contratiempo. Parecía melancólico y sombrío.

Acarició tu mejilla, fijándose en tu apariencia.

—Quiero abrazarte y amarte toda la noche, solo para que puedas recordarme.

Besó tu mano.

—¿Me dejarás?

Con la respiración atrapada en tu garganta, asientes.

Te inclinaste hacia adelante, rozando tus labios contra los de él. Apoyó sus manos en tus muslos, se apoyó mientras pasaba sus labios por debajo del lóbulo de tu oreja, bajando por tu cuello, sobre la suave piel que conectaba tus hombros. Mordisqueó ligeramente, provocando a ambos pequeños jadeos.

Regresó hacia tu boca, besándote profundamente hasta que sus labios se separaron con un pequeño chasquido.

Se puso de pie por completo y suavemente te empujó hacia atrás, cayendo sobre el colchón.

Se paró sobre ti, fijándose en la forma de tu cuerpo. Nunca se habían sentido tan cerca de Dios como en este momento.

Tu cabello, tu expresión, la confianza en tus ojos te hacían parecer un ángel para él.

Tomó una imagen mental de ti y la guardó en su corazón para más tarde.

En realidad, preguntó, señalando hacia tu parte superior: "¿Puedo?"

Empujaste tu pecho hacia él, en una silenciosa confirmación. Con manos temblorosas, desabotonó tu camisa. En el último botón, abrió con reverencia la tela, dejando al descubierto tu piel desnuda.