¿Cómo iba a saber que aquel día sería el último de su vida? ¿Cómo iba a pasarse siquiera por su cabeza aquel pensamiento? Lo único que sabía era que en aquel momento se encontraba temblando, echo bolita, escondido debajo de un escritorio, esperando que nadie lo encontrara.
Siempre había sido bueno jugando a las escondidas, se consideraba bastante bueno en todos los juegos que se propusiera a ganar y por eso más de uno de sus compañeros le tenía envidia. Y es que para ser uno de los menores de su salón, tenía el nombre grabado en su persona de "maknae opacador" por ser invencible en educación física, en sus clases magistrales, y hasta en las áreas artísticas de canto, baile o dibujo.
Jungkook a sus diecisiete años de edad ya tenía la mayor cantidad de medallas ganadas en olimpiadas o competencias escolares. Lo mismo le había llevado a no tener amigos dentro de su salón, ni fuera de éste, salvo por un único chico mayor a él que siempre almorzaba a su lado. Si Jungkook era un campeón por naturaleza, Hoseok era el motor que lo invitaba a ser el mejor tan sólo por sentir las manos de su amigo despeinar su cabellera castaña para felicitarlo.
Y de nuevo se había perdido en sus pensamientos olvidando por completo la situación, trató de no sollozar al escuchar el sonido fuerte de los disparos que habían fuera del salón en el que estaba escondido, los gritos de los estudiantes eran muy difíciles de ignorar.
Todo había comenzado tan normal, se había levantado temprano como cada día para ir a la escuela, refunfuñaba cada tanto porque tenía un horrendo examen de matemáticas con la profesora que lo odiaba. Desayunó junto a sus padres como siempre en silencio para que deapues éstos lo dejarán en el colegio antes de ir a sus respectivos trabajos, como cada mañana entró a su salón ubicándose en el primer lugar solitario que ocupaba, tuvo su primer clase con total normalidad.
Pero todo se volvió un caos cuando tocaron la alarma contra incendios, la cual retumbó hasta en el más pequeño rincón del edificio. Entonces el profesor de literatura que estaba con ellos les ordenó salir en silencio ya que solamente parecía un simulacro de práctica como los que hacían cada tanto. Sin embargo un artefacto se cruzó entre sus pues, sólo pudiendo describirlo como una de la bombas que tanto amaba usar en sus videojuegos contra sus contrincantes, pues enseguida que explotó una gran cantidad de humo llenó cada pasillo.
Los estudiantes no tardaron en dispersarse de inmediato gritando por sus vidas, los teléfonos no tenían señal por alguna extraña razón y las puertas del colegio habían sido cerradas por los atacantes. Jungkook corrió lo más rápido de pudo, pero chocó contra un cuerpo macizo que lo hizo retroceder, totalmente vestido de negro, una gorra y cubrebocas escondiendo su rostro, además de una metralleta colgada en sus manos junto a otras armas más unidas a su cinturón. Unos ojos negros como la noche se posaron en él, casi jurando que podía ver el mismo infierno en ellos.
-Tú eres mío- dijo con voz grave apuntandole con la punta del arma.
Pero otra estudiante chocó contra él ganándose un disparo en medio del cuello, aunque dándole tiempo al castaño de recuperarse para escapar. Y eso era lo que le había llevado a está situación de tener que esconderse, su respiración no podía mantenerse tranquila, sólo trataba mil veces de poder llamar a sus padres para que pudieran hacer algo, no sabía qué, pero deseaba que pudieran ayudarlo.
En ese momento cubrió su boca con una de sus manos para poder acallar su respiración, la puerta del salón se había abierto de un golpe causando un fuerte ruido al impactar contra la pared, unos pasos resonarom con total normalidad en cuanto a la velocidad con la que caminaba la persona.
-Jungkookie... ¿Dónde estás pequeño?- cuestionó la misma voz que lo había amenazado al comienzo de la catástrofe, paralizandole el corazón, el asesino sabía su nombre, lo conocía.
Trató de no cerrar los ojos, pues no podía perder alguna oportunidad de escapar, tenía que salir vivo de ahí. De pronto logró ver unas botas paradas justo delante suyo, abrió más los ojos sintiendo el pánico recorrer su cuerpo.
-Haremos algo... Contaré hasta cinco- comenzó a hablar de vuelta aquel hombre. -Si para cuando termino de contar no has salido de ahí abajo, destrozaré el escritorio a balazos- determinó con voz seria golpeando ligeramente la madera con el arma para darlo por aludido.
Jungkook dudó de lo que estaba a punto de hacer, y es que ¿Cómo reaccionar ante una amenaza tan grande hacia tu vida?...
-Unodostrescuatro-
-¡Espera!- casi gritó el castaño al escuchar que la persona ni siquiera respiró para contar, acercándose fuera de su escondite como para verlo.
Una mano cubierta por un guante negro lo tomó del cuello de su camisa para sacarlo del todo, empujandolo contra la madera, arrancándole un quejido al golpear su espalda baja.
-¿Sabes que es de mala educación esconderse?- cuestionó el hombre colocando la punta del arma en la sien del castaño.
-P..Por favor no me...-
-No pidas que no te mate- le cortó el asesino. -¿Por qué todos piden lo mismo? ¿No pueden aceptar sus destinos y ya?- chasqueó su lengua mientras apartaba el flequillo del chico disfrutando de verlo temblar.
-Q..Quiero ir a ca...casa- susurró Jungkook sintiendo sus ojos acuarse al saber que moriría ahí mismo.
Un ardor en su mejilla fue el causante de que la primer lágrima se derramara, soltó un quejido ante la bofetada.
-El verte llorar me excita bastante ¿sabes?...- admitió el hombre, bajando su arma, rozando la nariz de Jungkook, siguiendo por su pecho hasta detenerse en su entrepierna, trazando círculos por sobre el pantalón en esa zona, sus mejillas se encendieron, además de matarlo el hombre estaba propasándose con él. -Siempre quise enterrar mi polla en tu precioso culo Jungkook-
Las obscenas palabras le delataron lo que ocurriría a continuación, el mas alto metió la punta del arma entre sus piernas y la subió lentamente haciendo presión en sus testículos, un jadeo se escapó de los labios rosas del chico que tiritaba ante las acciones de aquel tipo.
Tragó saliva ante lo que estaba viviendo, pero de algún rincón de su cuerpo resurgió algo de valentía, porque con toda su fuerza empujó al más alto colocando sus manos en el pecho ajeno antes de correr hacia la puerta del salón. Lastimosamente cuando la abrió sólo se encontró con otros hombres igual vestidos que su captor que estaban custodiando la puerta, por lo que tuvo que retroceder.
-Creo que deberás quedarte conmigo, pequeño- se burló el hombre colocando una mano sobre su hombro. -Cierra la puerta, anda... No queremos que nos interrumpan ¿no?- preguntó está vez en su oído, causando un escalofrío en el menor, que sólo negó ante su pregunta sólo para no hacerlo enojar, volviendo a cerrar la puerta.
-De rodillas- ordenó su captor, relamiendo sus labios bajo el cubrebocas al ver al castaño obedecer.
Lo siguiente que vio Jungkook fue como el hombre se acercaba a un bolso de mano que había traído consigo, sacando de este una especie de collar de cuero que se unía a unas muñequeras, no entendía que era del todo. El más alto se acercó de nuevo hasta él, colocándose detrás suyo, sintiendo como acariciaba su cabello suavemente en el proceso.
-Echa tus manos hacia atrás- ordenó, no tardando el castaño en obedecer.
Al instante sintió como le eran sujetas por las muñequeras de cuero, sintiendo como tenía una tira que se le pegaba a la espalda y al parecer se unía al collar, el cual le fue puesto en el cuello en exacta medida, no le ajustaba demasiado, pero de todas forma lo inmovilizaba.
-Ten por seguro que nos divertiremos, Jungkookie...-
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Mi Captor // Hopekook
FanfikceUna masacre escolar, un polvo y Jungkook descubriendo que ama que Hoseok lo force. Historia corta.