cinco

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Los días pasan y ella permanece prisionera de mi presencia que se le hace como el abrazo de un fantasma. A ratos casi siento de su cuerpo el calor y sobretodo ese perfume a flores tenue que desprende su cabello. No he vuelto a hablarle ni a colarme en sus sueños. No la espió más, pero la siento. Oh, como la siento y la anhelo. Por ella siempre estoy hambriento. Decenas de bocas de abren en mi ser esperando un bocado de esa mujer que orgullosa y cruel me mantiene en abstinencia.

Los días pasan y la tengo entre mis dedos, mas su atención se fuga hacia un hombre que aborrezco. Ridículo es sentir celos de tan insignificante ser y todavía peor batirme en contienda imaginaria con él que desconoce a quien feliz cambiaría lugar con su miserable carne y decadente espíritu, por solo uno beso de ella.

Mi pesadumbre parece el castigo a mis crímenes, pero yo no he cometido ninguno. No he hecho el mal ni he hecho el bien. Soy un ser neutral, pero ¿qué tan ecuánime se puede ser teniendo un corazón? Soy un ser sensible aunque no lo parezca. Aunque mi vana sonrisa no haga sino acentuar de mi una supuesta analgecia.

La miró sonríendo a ese hombre que de su mano se cuelga y todo en mi se estremece como un volcán a punto de hacer erupción. Los veo juntos y se me hace infernal considerar que él pueda tener lo que yo no. Y mi tolerancia alcanza el límite rompiendo está postura que había logrado mantener, invado sus sueños de nuevo y la encuentro sentada en un salón vacío abrazando sus piernas mientras juega con una flor. Sabe esta soñando. Lo sabe y me mira indiferente aunque me tiene en frente por lo que mi semblante se enfurece mientras relajo mi postura intentando me vea menos distante.

-¿Usted no entiende que no lo quiero ver?- me dijo.

-Es la primera vez que me lo manifiesta- respondo apoyando una rodilla en el suelo para hincarme a su lado.

-Pensé que era evidente. Su presencia no me es grata ni siquiera aquí en mis sueños...

-Responsable soy de eso. Cuando vino a mi la rechace...

-Fue sensato de su parte, Daishinkan. La ilusa fui yo de enamorarme de un delirio romántico. Pero mi corazón es así: romántico. Romántico casi ridículo- me dijo y sus ojos se nublaron.

-Me gusta su lado cálido y sensible. Funde la mineralización que ha sufrido mi corazón en las eras- le dijo e intenté tomar su mano, pero la apartó de mí y su imágen se desvaneció.

Abrió los ojos, retorno a la realidad, y yo la miro tan sólida que me hace sentir una hoja de otoño en el viento. No puedo más. No quiero seguir siendo un susurro en su oído, un suspiro en su piel. Aparezco ante ella por completo. En carne, en espíritu y en sentimiento. Tan grande es su sorpresa que salta de la cama torpemente. Por poco cae al piso, mas la detengo y la siento por fin cerca de mí...

Susurros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora