Prólogo

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Mi mente no procesa por completo sus palabras, a pesar de tener todas las pruebas frente a mí me es imposible creer que todo lo que acaba de decir sea verdad. Lo esperé de muchas otras personas, no lo niego, sospeche de casi todos quienes estaban a mi alrededor.

Menos de quién tengo enfrente.

Fue quien más me apoyo, me ayudo a investigar sobre mi accidente. Y sí, más de una vez tuvo actitudes sospechosas, pero siempre lo justifique con miedo a que yo recordara lo caótica que solía ser nuestra relación.

Se preocupó siempre de que yo recuperara mi vida, de que descubriera todos los secretos que la rodeaban, se aseguró de convertirse en la persona en quien más confiaba en el mundo, se convirtió en mi ancla.

Todo para mantener su fachada.

Tristeza, decepción, dolor... ira, todas esas emociones me han dominado en los últimos minutos. Por fin me atreví a enfrentar a quien ocasiono uno de los peores momentos de mi vida y quien sin más opción por fin dejó de mentir y revelar lo que lleva meses ocultando.

Y aun cuando todo en mi mente se reconstruyó y encajo a la perfección con su declaración, una parte de mí se aferra a la esperanza de que todo esto es otra de las confabulaciones creadas por mi cerebro a causa de la amnesia postraumática. Pero eso es lo único falso de todo esto, porque las confabulaciones solo fueron parte de la primera etapa de mi recuperación y teniendo en cuenta que mi amnesia se curó casi en su totalidad varias semanas atrás, solo me queda enfrentar la respuesta que por tantos meses he buscado.

— ¿Por qué lo hiciste? —Debilidad, quiero que mi voz exprese irá, pero solo sale con debilidad.

—Por nosotros, por nuestra felicidad.

La usual seguridad que utiliza cada vez que intenta convencerme de algo sigue presente, esa seguridad que nunca, ni en las peores situaciones, desaparece. Lo distinto es que esta vez no me hace sentir segura, solo me hace sentir más decepcionada.

— ¿No había otra forma? —cuestionó —. No sé, quizás una en la que no fuera necesario dejar mi mente en blanco. O fingir que eres una buena persona durante meses.

—No fue la mejor opción, lo admito. Pero era la única que tenía, nos iban a obligar a algo que ninguno de los dos quería... lo hice por ti, Harper. Eso me hace una buena persona.

—No fue por mí, no trates de usarme como excusa —alzo la voz, lágrimas de rabia abandonan mis ojos —. Solo dime una cosa. ¿Valió la pena el casi acabar con mi vida? ¿Valió la pena todo el daño físico y psicológico por el que tuve que pasar gracias a tu gran idea?

—Todo vale la pena si se trata de asegurar tu felicidad, aun cuando una de las consecuencias sea que me odies.

Ambos sabíamos, que por más que quisiera, jamás podría sentir odio.

Por más que quisiera, jamás, por mucho que intente, podría odiar a quien considero mi alma gemela.

Porque además de su confesión, hizo una oferta que por obvias razones iba a rechazar, pero muy en el fondo una parte de mí quería aceptarla. Todo por culpa del estúpido y enorme vínculo emocional que existe entre nosotros.

—Tienes dos opciones, Harper. Puedes ir y contarles a todos la verdad o.... —Hace una pausa, viendo como un auto negro nos rodea y continua su camino, hasta estacionarse a unos metros. Auto que ambos reconocemos a la perfección —... No dices nada y seguimos con esta mentira en la que ambos somos felices, sin importar lo que sientan o piensen los demás.

—La segunda opción es bastante egoísta.

—A veces hay que serlo, la mayoría de las personas exitosas tuvieron que ser egoístas en algún punto. Es parte de la ley de la vida.

—Sí, pero me conoces. Sabes cuál es mi decisión aun sin siquiera decirla.

—Sé lo que tu sentido común va a elegir, pero también sé que eres alguien que se deja guiar más por su sexto sentido —Esa maldita convicción siempre presente en su voz, recordándome lo bien que me conoce y lo fácil que me lee —. Y sé por experiencia que tu sexto sentido nunca se equivoca. Por eso descubriste toda la verdad, incluso con las diminutas pistas que te daba.

No, no, no. No puedo dejar que juegue así con mi mente.

Suficiente jugo con ella durante estos meses, no puedo permitir que lo haga de nuevo.

—Solo dos opciones, Harper. Que tu sexto sentido elija la mejor. 


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