Capítulo 8.5

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Decepción y corazones rotos

ZACH 

Llámenme, Zach cupido Stevens.

Mi malévolo plan está resultando a la perfección. Claro, ahora todo depende de que Harper no escape. Lo más fácil fue convencer a los padres de Connor para que lo hicieran trabajar hoy, aún más cuando les conté la razón tan importante por la que necesitaba que trabajara específicamente un día de semana.

Y es que conozco tan bien a mis mejores amigos, que siempre supe que alguno de los dos terminaría esquivando al otro, por cualquier estúpido motivo.

Siempre han sido algo idiotas.

El primer paso de mi plan consistía en descubrir porque Hars se esmeraba tanto en mantenerse alejada de Bonzo –por si son igual de incultos que Hars, el apodo es por el baterista de Led Zeppelin –, y cuando descubrí por qué debo admitir que no me sorprendió.

Quisiera negar que no creía en que Megan pudiera volver a negar nuestra relación tan fácilmente aun después de los meses tan increíbles que hemos vivido, pero algo dentro de mí siempre supo que volvería a hacerlo. Todo por tratar de obtener la aprobación de su madre, de cierta forma la entiendo, pero eso no significa que no duela.

En fin, seguí comprando todo lo que me faltaba de la lista que me dio mamá, lo cual es bastante, ya que esa mujer se aprovechó de mi plan para enviarme a hacer las compras del mes. Pero el fastidio desaparece en cuanto veo a Harper y Connor caminar hacia el cuarto de descanso.

Una sonrisa de triunfo se extiende por mi rostro al observar que todo está saliendo tal cual lo planeé.

Así que estos dos solo necesitaban un empujoncito. Tienen suerte de que yo esté dispuesto a darles todos los empujones que sean necesarios, pero no volverán a alejarse, no mientras yo sea su mejor amigo.

Mi celebración interna es interrumpida por el frenazo del carrito de compras al chocar con algo, lo que ocasiono que todas las compras –y el carrito también –cayeran al piso. Sobre una persona.

Y esa persona era Meg.

Quiero decir Megan.

—Ten más cuidado, idiota.

¿Acaba de llamarme idiota?

—Te iba a ayudar, pero si me vas a estar insultando mejor te dejo en el piso —digo, dejando salir mi lado orgulloso.

Levanta la cabeza, sorprendida al ver que soy el dueño del carrito que tiene encima. Si hay algo que ella y Hars tienen en común, es ser buenas evitando personas. Porque, así como Harper evitaba a Connor, Megan me evitaba a mí.

Como se nota que son familia.

—Perdón, no sabía que eras tú.

—Sí, lo noté —comentó, comenzando a recoger el desastre que ocasionamos.

No tarda en ayudarme.

Logramos recoger todo antes de que algún encargado lo vea, aunque tampoco es como que me fueran a regañar. Ventajas de ser el mejor amigo del hijo del gerente del supermercado.

Tarde un par de minutos en recoger, pagar y llevar todo al estacionamiento, minutos en los que Megan intento hablar conmigo según para explicarme porque volvió a negar nuestra relación cuando prometió que no lo haría.

No fue hasta que cerré el maletero del auto que por fin me atreví a mirarla.

—No creo que haya mucho que explicar, Savannah.

—Me llamaste por mi segundo nombre. Okay, estás molesto —dice, dejando salir un suspiro que demuestra su nerviosismo.

Díganme infantil, pero tengo la costumbre de llamar a las personas por su segundo nombre cuando estoy molesto o me caen mal. Por eso siempre necesito saber cuáles son sus segundos nombres, soy raro lo sé.

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