#1 La Venganza Fallida de Ginny Weasley

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Se acercaba la Navidad de aquel año, poco antes la nieve ya había comenzado a caer y con las vacaciones tan cerca los gemelos Fred y George Weasley buscaban un buen objetivo para una broma. Su primera opción claro, era su hermano menor Ron, pero a aquel chico no lo encontraban por ninguna parte, fue por eso que centraron su atención en alguien más, su hermanita Ginny

Ginny Weasley, al igual que toda su familia tenía una cabellera pelirroja y una piel pálida adornada con varias pecas, era de complexión delgada y su belleza juvenil comenzaba a notarse desde hacía meses. Ese día ella caminaba en dirección al Gran Comedor para desayunar sin notar a las dos personas idénticas que la miraban de la distancia, entonces sintió dos manos en sus hombros

–Hola hermanita..– La saludo Fred –¿A dónde vas..

–... Con tanta prisa?– Continuó George

Ella no detuvo su andar –A desayunar– Respondió con intriga, la experiencia le había enseñado a no confiarse demasiado cuando se trataba de los gemelos

Sin embargo ella aprovecho la oportunidad para pedir ayuda con sus tareas de Defensa Contra las Artes Oscuras que debía entregar ese día y sus amables hermanos le dieron una ayuda que la mantuvo distraída al punto de no notó que Fred sacaba la varita y murmuraba unas palabras. La brisa sobre su trasero no alertó a la bonita pelirroja de que su falda flotaba mágicamente y le daba a las personas de atrás una completa vista de sus bragas rojas con el escudo de Gryffindor en la parte trasera

En segundos casi todos los estudiantes que caminaban por el pasillo se encontraban riendo y señalando a Ginny, quién al fin notaba que algo andaba mal. Abrió los ojos al entender e intento llevarse las manos a su parte trasera pero George se las sujeto con magia

–¡Ustedes dos! ¡Paren esto ahora mismo o se van a arrepentir!– Los amenazó en la que podría ser una perfecta imitación de una furiosa Molly Weasley

Entonces la joven comenzó a levitar en el aire

–¡Bonitas bragas Ginny!– Le gritó George tras soltar una risa

Fred se rió también –¡Eso es llevar con orgullo el escudo de tu casa!

Ella iba a lanzar otra amenaza pero se detuvo al sentir una horrible punzada entre las nalgas, una punzada que a su pesar ya había sentido antes. Las que antes fueron unas cómodas bragas de algodón ahora se convertían en un artículo de tortura que amenazaba por partirla a la mitad. Su piel pálida y sensible enrojeció rápidamente con la fuerza del calzón chino

–¡Ouuu!– Gritó sintiendo el sabor de su ropa interior en la garganta

De repente ella floto hacia sus atacantes que la veían cara a cara con una diversión que no tenían desde hace tiempo

Se forzó a sacar una voz ruda –¡Paren ahora!– Ordenó sin poder contener el tono agudo por completo

Con un movimiento más de la varita Fred le engancho las bragas en la frente. Tras eso ellos pensaban dejarla en paz... Pero algo faltaba.. Era más divertido ahora que la voz de Ginny era más aguda pero la broma aún no era perfecta

George bajo la mirada a una parte de la tela que no había sido estirada y Ginny entendió al instante lo que planeaba

–¡No te atreeeee!– No pudo terminar

Juego de ese movimiento de varita las bragas se le subieron por la parte frontal hasta llegar más o menos a la altura de sus pechos. Esa vez la pelirroja no pudo reaccionar a tal dolor y quedó en shock por unos segundos antes de soltar tal grito que seguro se escuchó por todo Reino Unido

Luego de los gritos vino el llanto, sus hermanos la pusieron suavemente en el suelo y se retiraron a desayunar. Ginny tuvo la esperanza de que alguien la ayudase pero la mitad de las personas que pasaban por ahí solo la señalaban y reían, mientras que la otra mitad solo hacia muecas de dolor y seguía con su camino. Fue solo una persona la que se atrevió a ayudarla, su mejor amiga Hermione Granger

Cuentos de Calzón ChinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora