Namor: ¡¿Quien eres tú y como has osado invocar mi presencia?!
Su mirada, esa mirada feroz, imponente, fuerte, una que quema. No había cambiado nada. Su cuerpo mojado y bien formado, la rudeza en su voz y sus palabras era tal como lo recordabas la primera vez que lo conociste.
Involuntariamente te acercaste poco a poco como si de magia se tratara, atraída por el dios de las profundidades, caminaste lentamente hasta la orilla donde se encontraba tal monumental figura. Un poco imprudente de tu parte llegar de esa manera hasta él, olvidando por el calor del momento que estabas empezando de cero.
Llegaste tan cerca, a unos centímetros de su rostro, tocaste suavemente sus ornamentos de vibranium y pronto sin darte cuenta llegaste a su cuello y luego a su mejilla. Por unos segundos sostuvieron la mirada, tu cautivada como si de un sueño se tratara, su mirada como alguien tratando de descifrar una gran incógnita. Es en ese momento cuando caes a la arena perdiendo poco a poco la consciencia.
Namora: Es la segunda caracola perdida, necesitamos encontrar la tercera. Atumma encárgate de ella, por ahora nos es de utilidad. ¡Que viva por ahora!
¿Kukulcán que sucede?
Namor: Querida Namora, mi niña ¿Hace cuánto que no había sentido la brisa de esta manera? ¿Hace cuánto que no había visto las estrellas brillar? Aun no puedo creer que ella hiciera algo así y luego de la nada desapareciera. Mi niña, esta mujer posiblemente sepa algo sobre la tercera caracola. Haz que hable – dijo con una voz fría, llena de decepción, llena de fuerza –
Aun con los ojos cerrados, sin fuerza en el cuerpo, escuchaste solo murmullos. Entre tanto fuiste arrastrada hacia el mar con un respirador que pusieron sobre tu boca. Luego caíste completamente inconsciente.
Unas horas más tarde....
Namora: ¡Arriba mujer de la superficie! ¡Levántate!
Tu cabeza a punto de estallar, un dolor punzante. Tu cuerpo adolorido con signos de haber sido arrastrado por una superficie rustica. Notaste que traías un grillete en tu tobillo. Definitivamente no era lo que esperabas, no fue el movimiento acertado.
T/N: Déjame hablar con él por favor, necesito contarle que....
Una cachetada fuerte interrumpió sus palabras, notaste que debías desenvolverte con calma, no era la situación que esperabas. Fuiste demasiado inocente.
Namora: ¿Cómo conseguiste esta caracola? ¿Dónde y por qué la tienes tú? Será mejor que me hables con la verdad, por las buenas o por las malas. Ustedes seres de la superficie no son de fiar.
T/N: Antes no pensabas eso Namora.
Namora: ¡No seas insolente! –Sus palabras fueron tan rudas como el segundo golpe que te propinó.
Lo que había pasado durante estos años era totalmente incierto para ti, había cambiado muchas cosas y muchos. Alguna vez la encontraste dulce, alguna vez caminaron por la superficie, alguna vez pensaste en lo pacifica que fue. Ahora había odio en sus ojos.
Entraste en tal desesperación que empezaste a llorar sin articular ninguna palabra. El dolor físico y el dolor del alma se apoderaron de ti.... Hasta que apareció el al fin.
Los guerreros le hicieron reverencia y abrieron paso. Su presencia era imposible de ignorar. Se acercó, se agachó hasta estar casi a tu altura. Sentiste su mano firme tomar tu mentón, luego con las dos manos tomo tu rostro muy cerca.
Namor: Yo me encargo Namora.
Namora: ¡No confíes en esa mujer! Ya vez lo que pasó la última vez y cuantos perdimos por eso –Esta vez con una voz apagada repitió- No confíes en ella.
Uno a uno se retiraron del recinto en la caverna a la que habías sido llevada. Una vez que quedaron solos, él relajó un poco su expresión.
Namor: Dime quien eres.
Allí estaba un poco de su calidez, esa que haría abrazarle y llorar en su regazo. Eso sería antes, ahora eras alguien totalmente desconocida y debías guardar distancia y dejar el sentimentalismo y usar más la razón. De todas maneras, no tenías fuerza y solo dos caminos: Cumplir el plan o escapar. Definitivamente debías culminar lo planeado.
... Soy T/N...
Lograste ver en su rostro que tus palabras no eran lo que él esperaba oír.
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Namor " Las heridas del tiempo "
RomanceShuri: La venganza nos ha consumido, ríndete ahora y protegeré tus mares. Nuestros pueblos no merecen una guerra infinita. Namor: Me rindo Shuri se acercó y puso sus garras en su pecho. Namor miró fijamente sus ojos ahora cercanos. Namor: Ahora eres...