Invitación

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Aún podía sentir sus mejillas arder por ese comentario de Robert ¿Qué rayos le pasaba? Admite que lo tomo por sorpresa, usualmente no recibía mucha atención de ese tipo con alfas extranjeros y no porque se considere poca cosa, sino sabía a la perfección que no cumplía con los estándares de un omega normal.

Su cuerpo estaba trabajado y parecía más un beta o alfa, solo su olor delataba realmente su casta sumando que su altura era alta, más que el promedio. Pero no le importaba estaba bien con su soltería y benditos los supresores que le ayudaban a mantenerse cuerdo. Se levantó de la cama y se estiró un poco, ya era mucha la flojera y debía alistarse para irse a entrenar con el equipo ¡Pronto sería el partido contra Argentina! – Ok, confieso que eso es mucho estrés – susurró para si mismo y se fue al baño.

Del otro lado, cierto alfa argentino estaba malhumorado desde ayer. Ver como Robert le coqueteaba abiertamente le hacía ponerse así. Soltó un suspiro largo y fue Angel Di María que lo regresó a la realidad con un leve golpe en el hombro y solo se limitó a sonreír apenado – Deja de pensar en "Guille", pronto lo verás – expresó divertido y Messi solo negó con la cabeza; tenía que estar en calma o estaría en grave problemas el día de partido.

Y lo mismo con Guillermo, esta muy animado y es que ser felicitado por los mejores jugadores lo motivaba. En este deporte, los omegas eran muy escasos, México fue el primer país en aceptar uno en su selección y Dios sabe que es uno de los países más machistas pero este paso alentó a un país entero; Jamás lo ha dicho en voz alta, pero Memo sabía que tenía mucho peso encima de sus hombros, pero tenía un buen equipo. Después del entrenamiento hicieron el mismo ritual de siempre, dejaron primero a Guillermo entrar y acto seguido todos, entraron dejando al portero solo en el pasillo. Algunas veces solía ser estresante ser protegido por el equipo, y eso que también había algunos betas pero en el fondo estaba muy agradecido con ellos.

Estaba perdido en sus pensamientos hasta que un aroma llegó a él que le hizo abrir los ojos y buscar con la mirada de donde provenía, pero no había nadie, mordió su labio inferior y metió sus manos en sus bolsillos para calmar esa curiosidad que tanto lo caracterizaba hasta que una voz le hizo salta un poco – Carajo wey, jamás lo vuelvas hacer – dijo un poco asustado pero enseguida se recobró y dirigió su mirada al alfa pequeño que estaba detrás de él que solo reía.

– Me disculpó, fui el primero en llegar y quise pasar a saludarte... – Dijo un poco nervioso, aunque sabía disimular un poco pero para Guillermo, todo era extraño; se habían topado algunas veces dentro y fuera del campo pero no habían interactuado ¿Por qué? Ni el mismo lo sabía y ahora que lo tenía frente a él se percató de algo que le causo un poco de gracia y su cerebro le traicionó sin piedad – Soy... más alto... que tú... – La expresión de Messi fue un poema, alzó ambas cejas confundido y el cerebro del Ochoa conectó todo y enseguida pido unas disculpas que quedo sin respuesta, por culpa de los mexicanos que estaban saliendo del vestidor.

– Anda Memo, vamos a beber, aunque sea un tequila para calmarnos... – Dijo Lainez mientras lo abrazaba por los hombros hasta que vino a Messi y se quedó en silencio unos segundos ¿Interrumpo algo?... – Preguntó curioso.

Lionel solo negó con la cabeza mientras reía un poco sin dejar de mirar a Guillermo – Solo venía a saludar a Guille, nos toca entrenar... – Se limitó a responder tranquilamente – Pero ya me voy, el resto del equipo estar por llegar – Ochoa quiso decir algo más, pero tenía a Lainez de metiche por lo que optó despedirse nada más y ambos se dirigieron con el resto del equipo, pero antes de que Messi se pudiera ir volvió a dirigirse a Ochoa – ¿Nos podemos vernos esta noche, Guille? En la recepción del hotel, me gustaría ir a cenar contigo – preguntó sin importar que su amigo mexicano estuviera a su lado mirándole sorprendido.

Guillermo se quedo en silencio, pero no sabe de donde toma fuerza para decirle que sí, que no tendría ningún problema y Messi se retiró del recinto dejando a ambos mexicanos solos, en silencio y mirándose entre sí ¿Qué carajos acababa de pasar? Lainez solo se quedó observando la espalda de Messi en silencio y serio hasta que se volteó a Ochoa con una leve sonrisa.

– Memo, apura, que nos esperan los demás – dijo cambiando su semblante cosa que para el omega se le extraño.

Lainez presentía algo raro, no eran celos, veía al portero como alguien de su manada y además, desde que se acercaron los argentinos ayer a felicitarlo, su lobo alfa le gritaba que debía sacarlo de ahí.

Traición condicionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora