Apenas amanecía y el sol entraba lentamente por las ventanas de mi habitación, podría escuchar a las aves cantando sobre el árbol afuera de mi casa, todo en si parecía radiante en este nuevo día, pero para mí era uno más, uno en donde debía soportar a mis compañeros. En las últimas semanas solo se habían dedicado a insultarme y empujarme cada vez que podían y yo enserio intentaba ser fuerte pero ¿Cómo serlo?
Llegue a la escuela un poco más tarde de lo habitual y corrí hasta mi casillero, tomé unas cuantas libretas; ni siquiera me dedique a ver si eran las materias que ese día me tocaban y en fin al llegar al salón, allí estaban ellas, justamente en mi lugar.
Tomé valor de donde pude, afortunadamente mi abuela había insistido mucho en que si no les hacía frente nunca me dejarían en paz, creo que ese día era el momento perfecto.
—¿Podrían dejarme mi lugar? —Les pregunte al acercarme a donde estaban. A ello solo respondieron con risas burlonas y de improviso, Violeta se levantó.
—Claro, estúpida —me dijo dándome un empujón y siguió su camino. Suspiré profundamente y agradecí que no me pegaran por fortuna.
Me senté aliviada y justo cuando iba a mirar hacia afuera, noté que la ventana a mi costado estaba pintada de negro y en la mesa de mi banco habían escritos con plumón permanente, eran insultos y groserías dedicados a mí.
Evité a como pude hacer caso a eso. La clase comenzó minutos después y había olvidado que ese día me tocaba exponer, yo era la primera; lo bueno era que me había tocado un tema del cual ya había investigado antes.
Pasé al frente y me presenté.
—Buenos días compañeros y compañeras. Me tocó exponer el tema de redes sociales y bien, las redes no son más que herramientas que nos permiten estar en contacto con personas alrededor del mundo de una forma rápida y eficaz. La comunicación a lo largo del tiempo ha ido evolucionando y mejorándose a sí misma, eso se debe a que... —Y de pronto un sonido me interrumpió, debido a mi susto no lograba distinguir que era pero en la burla de los de mi salón pude saber que se trababa de un celular y que para mí vergüenza, era el mío.
—¿No piensas contestar? —me preguntó la maestra en tono serio.
Saque el celular, era mi madre ¿Qué quiere? Colgué y lo puse en silencio.
—Eso merece menos puntos —dijo alguien dentro del salón y todos comenzaron a apoyar tal comentario.
—A ver, aquí a todos se les ha dado la oportunidad de responder llamadas dentro del salón —La maestra me defendió—. ¿Contestaras? —Insistió.
—No, no es importante —Y así con esa respuesta terminé de exponer mi tema a lo cual la maestra de felicito por la completa información, cosa que no quise agradecer en ese momento para no despertar aún más el enojo de todos. Algo dentro de mí no me dejaba en paz, tenía un extraño presentimiento, tan fuerte que me había erizado la piel.
Incluso ahora parecía que todo el salón estaba en mi contra, antes no solía hacerme notar, de hecho nadie era de hablarme y de pronto, de la nada todos sabían todo lo que hacía, cada pequeña cosa, incluso cosas que aún no hacía.
¿Qué hice para merecer esto?
A veces pensaba que las personas eran conformistas, que se sienten cómodos estando en un solo lugar, haciendo una sola cosa, viviendo en un solo nivel pero que es cuando alguien más se cansa y decide hacer algo diferente cuando todos se van en su contra, aun y no se hable ninguno, en ese momento, justo en ese instante es como si todos se conocieran y van con un solo pensamiento, dañar.
Luego de recordar aquella llamada, revise con prisa mi celular, tenía 17 llamadas perdidas.
¿Qué era tan importante como para que me llamara tantas veces? Lo peor de todo es que, aunque no sea nada importante me iba a regañar por no responderle, ese era el verdadero problema.
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Lágrimas Escondidas
Mystery / Thriller¿Qué harías si de pronto todo parece estar en tu contra? ¿Hasta cuando lo soportarías? Elizabeth era una chica como tú o como yo, tenía metas, sueños, infinidad de cosas por hacer. Hasta que un día todo cambio. Una noche tormentosa en el que se dio...