4-.¿Me dejaras dormir?

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No sé realmente cuanto tiempo paso. Ya no escuchaba a las chicas afuera, así que lentamente comencé a abrir la puerta, efectivamente, no había nadie.

—¡Maldición! —Mi ropa no estaba donde la habían dejado—. Se la llevaron.

—¿Qué haces aquí? —Escuche de pronto desde la puerta. Levanté la mirada y allí parada había una chica, no entendía porque la miraba borrosa, de hecho era extraño porque todo podía verlo claro, excepto ella—. ¿Qué haces aquí? —insistió.

—Aquí... aquí me dejaron —contesté nerviosa.

—No, ¿Qué haces en este lugar? —Hizo otra pregunta.

—No entiendo —Tartamudeé al hablar.

—No perteneces a este lugar, no estas consciente de lo que estás haciendo —me dijo y de pronto, como si nada salió.

¿Qué demonios habrá querido decir? Me preguntaba, aunque luego supuse que se trataba de otra de las bromas de Violeta, realmente ella no pretendía parar.

Finalmente, el timbre sonó indicando que ya era la hora de salida. Solo debía esperar un poco más a que todos salieran para poder ir al menos al vestuario de las porristas y tomar algo de ropa allí. Intente caminar hasta la muerta, me dolía demasiado todo el cuerpo, al pasar al costado del espejo intentaba no voltear a verme, no pretendía ver el resultado de ella.

Tomé la perilla de la puerta y la giré para abrirla. Al asomarme fuera, pude ver mi ropa por fortuna, aunque estaba regada en todo el pasillo. Tal parecía ser que todos habían salido así que caminé cubriendo con mis manos lo que podía de mi cuerpo, agarre con prisa toda la ropa.

—¿Qué te paso? ­—Una voz familiar desde mi espalda. Voltee asustada.

—Nada que te importé —le dije al comprobar que se trataba de Esteban—. Ya estarás contento.

—Estas herida, ven, te llevare a la enfermería —me dijo con una extraña mirada en el rostro. Se quitó el suéter gris que llevaba y me lo coloco encima.

—Por tu culpa me paso esto.

—¿Me vas a seguir reclamando o dejaras que te lleve? Los que están en el teatro aun no salen y pasaran todos por aquí.

—¿Por qué quieres ayudarme? Ya te dije que no pasara nada.

—Nada que te importe, como dijiste, anda vamos —Sin permiso me tomó y me ayudó a caminar.

—¿Esto es un juego de ella?

—Mira sino dejas de hablar, te dejaré aquí —Era extraño verlo actuar de esa manera, nunca antes lo había visto detenerse así por alguien y eso realmente era lo que me preocupaba, si ya Violeta me había hecho esto solo por darle un golpe a su novio ¿Qué me haría al verme así con él? ¿Qué otra opción me queda? No quiero que todos me vean desnuda —. ¿Por qué tienes todas esas marcas? Es por tu madre ¿Cierto?

—Si —confesé en voz baja y de pronto un destello provino de uno de los salones—. ¡Maldición! —Alguien nos había tomado una fotografía—. Déjame mejor aquí.

—¿Por qué? Seguramente es el chico del periódico escolar, lo busco más tarde y le quito la cámara, no te preocupes.

—No entiendo porque haces esto, pero algo me dice que lo pagare caro.

—¿Siempre eres tan dramática? —Llegamos a la enfermería y tocamos la puerta, pero nadie atendía. Esteban llegó a la misma conclusión que yo, la enfermera no estaba. Ya cuando me había dispuesto a dirigirme a los vestidores, escuché un fuerte golpe. Esteban había forzado la puerta—. ¡Ven!

Lágrimas EscondidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora