CAPITULO VI

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¿Quién fue el que dijo esto es bueno y esto malo?, depende de la perspectiva. Si no hubiesen dicho que asesinar era malo, no me llamarían fenómeno. Aunque yo lo veo como un placer, no como un mal. 

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 Si,  lo acepto muy irresponsable de mi parte beber hasta el cansancio pero no me culpen un maniático o quien sea me persigue, pregunto ¿Qué habrían hecho ustedes? 

Desperté con un dolor que parecía como si tuviese clavos en los ojos, me incorporé y oh no!! estaba desnuda en lo que parecía una habitación de un chico!! ¿Qué paso?  Alterada inspecciono mis alrededores y en un sofá frente a la cama había alguien. Hola Dios soy yo de nuevo ¿acaso perdí mi dignidad la noche anterior? Y lo peor el chico se despertó, para mi sorpresa era ese chico idiota, mi cara de horror la sentí arder, díganme que esto no está pasando. 

—¿Dormiste bien?—Debo admitirlo que sexi suena su voz de recién levantado.—Pensé que no podías ser más idiota, pero me equivoque te aprovechas de chicas borrachas—Lo fulmine con la mirada.—Crees que hicimos algo—Soltó una pequeña risa—Te traje aquí para que no hicieras algo de lo que arrepentirte, deberías agradecerme.

 —Si no pasó nada entre tú y yo ¿Por qué mi ropa está en el suelo?—Pregunte con mucha confusión y algo alterada.—Cuando te traje salí para recoger tu bolso con tus cosas y cuando volví ya estabas así y me quede en el sofá para que no intentarás escapar en ese estado—Me miro con una cara de angelito. 

Teniendo lo así de cerca lo pude detallar como se debe tenía un hermoso cabello rubio claro que apuntaba en todas las direcciones, supuse que era porque era porque se acababa de despertar, tenía ojos color caramelo, un cuerpo bien cuidado y piel clara. Llevaba puesta una camisa sin mangas y un pantalón de algodón, parecía ser su pijama.—Reconozco mis errores, te agradezco por salvarme de hacer el ridículo—Dije sincera.

 —Bien vístete debes tener una resaca de mil demonios, cuando termines baja—Y así se encamino hasta la puerta y antes de cerrarla se giró y me dijo—Por cierto, me llamo Ryan. No me parece justo seguir siendo llamado idiota después de salvarte—sin más se marchó.

Me vestí, baje y la casa estaba algo desordenada pero no tanto como la imagine. Olía delicioso y me topé con el idiota... digo Ryan haciendo el desayuno, me sorprendió, pero se veía muy concentrado en lo que hacía. Me senté en uno de los banquillos de la isla y sin mirar Ryan dijo.—Tienes jugo de naranja y una aspirina a tu izquierda la necesitaras—Siguió en lo suyo y tarareaba una canción. 

 —¿Esta es tu casa? —Le pregunte mientras tomaba mi aspirina milagrosa.—Técnicamente es de mis padres, pero casi nunca están así que si es mía—dijo encogiéndose de hombros y se giró para ofrecerme unos panqueques mientras se sentaba en frente de mí. 

—No te había visto nunca hasta el día que choque contigo—solté para sacar conversación mientras disfrutaba de la comida que estaba deliciosa debo mencionar. 

—Nos mudamos hace menos de 2 semanas—dijo sin preocupación—me está gustando, ese era el propósito de la fiesta conocer más este entorno. 

—¿De dónde son?—la curiosidad me mataba, él me miro y sonrió con la comisura de sus labios.—De Israel...

 Casi me atraganto pensé terroristas hasta aquí llegaste Alessia, pero se empezó a reír a carcajadas al ver mi cara de pánico total. 

—Es broma somos de Canadá, deberías ver tu cara, nos mudamos mucho por el trabajo de mis padres —Perdón no quise ser descortés, no habría problema si fuesen de Israel—dije con la cabeza baja. 

Ella quiso hacer dañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora