Ella quiso hacer daño

CAPITULO VIII

—El dolor ajeno ¿Qué te causa?, a mí satisfacción es como si llenará u hueco que hay en mi alma, que si no es atendido me consumirá lentamente. No temo a la muerte sería un privilegio, he caminado por brasas y mi existencia sigue latente y lo único que me queda hacer es seguir alimentando mis deseos aunque eso atente contra la vitalidad de alguien más...

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En una guerra los soldados son preparados con arduos entrenamiento y se les da la potestad de poseer un arma para defenderse, pero...¿Qué armas usas en una guerra psicológica? Hacerle frente al problema te deja con opciones escasas, si no estás preparado tus debilidades no serán solo eso sino tu ruina. Caer en depresión no es algo viable cuando la vida de muchos está en riesgo, no tienes el tiempo suficiente para preguntar ¿Por qué a mí?, solo tener cara dura para no mostrar fragilidad a tu agresor. 

Ya se cumple una semana desde el fallecimiento de Tomas, y mi ira y rencor va en crecimiento constante, me hice mente "esto no es mi culpa", no soy responsable de la mierda que puede tener una persona en su cabeza. He ido al terapeuta y si quería que mis planes funcionarán tenía que pretender que todo estaba genial, mentir que no me perseguían los recuerdo y que las manifestación que veía porque mi mente me fallaba no estaban ahí, fue así como logré convencer a todos a mi alrededor que lo había superado. No me había vuelto fuerte por la supuesta ayuda que me brindaban sino por la misión de vengar los actos atroces que estaban ocurriendo, si me quería eso iba a darle una buena batalla. 

7:30am

 —Mama— me acerque con cautela hacía ella que estaba de espaldas en el comedor preparando sus cosas para irse— ya Noah viene por mí— le informe en un tono melodioso y calmado.—¿Segura que quieres ir? Puedes quedarte no me molesta solo quiero que estés bien... a salvo

La última palabra la pronuncio con nostalgia y sabía el porqué.—Estaré bien, además el terapeuta dice que ya estoy bien para enfrentarlo— le di una pequeña sonrisa y me abrazo con fuerza.—Confió en Noah, pero si no te sientes cómoda puedes venir a casa— me acaricio la mejilla con mucha delicadeza.—Estaré bien.

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Noah no se despegó de mí en todo momento incluso cambio su asiento en el aula para quedar a mi lado. Todos me observaban como de costumbre solo que algo había cambiado, era la chica que había ido a terapia por tener un shock y a consecuencia según ellos ataques psicóticos, mimados de mierda. Caminaba y sentía que de mi emanaba un aura que estaba furiosa y solo quería encontrar al culpable y desmembrar lo con mis propias manos. Iba demasiado concentrada en mis pensamientos que termine chocando con... Ryan, lo había estado evitando todo este tiempo. 

 —Alessia— exclamo sorprendido, su voz inundo mis oídos y solté un suspiro para encararlo.—Hola Ryan— hice una sonrisa de medio lado.—Te he estado llamando y no contestas ¿Cómo estás?

 —No quiero hablar.

 —Lo siento debes estar cansada de eso, pero puedo ofrecerte que vengas conmigo— me extendió su mano. 

—Sabes estoy esperando a Noah, ha ido al baño un momento, puede hacer un drama se supone que está a cargo de mí. 

—No se molestará será solo un minuto— me miro con esos ojitos que admito me traen algo embobada. 

—Bien, pero que sea rápido.—Me llevo por los pasillos, debo mencionar que agarrados de la mano, no sé por qué razón y llegamos hasta el gimnasio. Me pidió que cerrará los ojos no entendí su petición pero lo hice todos modos. 

—Abre los ojos— dijo en un susurro.—Todo estaba oscuro, estaba muy confundida, él me tomo la mano con delicadeza y la acerco a su mochila de ella saco un frasco, pero no cualquiera este tenía luciérnagas muchas. 

—Aunque no nos llevamos muy bien, le pregunte a Noah que cosas te hacían feliz y me costó convencerlo de decirme, quería darte un regalo para hacerte feliz.—Abrió el frasco y todas las luciérnagas salieron formando una línea que se extendía en el techo que parecía un cielo estrellado.—¿Te gusta? — pregunto mirándome directamente.—No...— puso cara de espanto, me reí un poco— me encanta.

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 Ese momento con Ryan si me había puesto una sonrisa y al terminar las clases nos encontramos en el pasillo y me tomo por sorpresa lo que Noah dijo.

—Funciono tu obsequio gracias por hacerla sonreír— lo vi atónita.—¿Qué paso con ser el macho alfa? — comente soltando una risilla. 

—Lo sigo siendo, él te habrá dado luciérnaga, pero yo te traje esto— saco de su mochila una bolsa gigantesca de malvaviscos, mis favoritos.—Me abalance sobre él dándole abrazos y diciéndole que lo amaba sí que sabía cómo hacerme feliz, le dio una miranda de victoria a Ryan y este solo se limitó a rodar los ojos mientras yo reía a carcajadas.

 Dije que se adelantarán a la salida que iría a mi casillero a guardar mis libros, pero esa no era la razón sabía lo que me esperaba al abrir la puertilla y esta vez estaba preparada. Efectivamente estaba pegada en el interior, fruncí el ceño ya había escogido este camino. 

—Ay Alessia, como te gusta desobedecer, ahora estas en problemas y mi pista será difícil. Ya lo sabes rompe otra regla y te ira peor que una semana en terapia. 

Callada como la brisa y se desvanece entre las sombras, su caminar es silencioso como ratón entre las hojas. 

—Encuentra a la persona y sácala antes de que la salve. Te vigilo. 

No me iba a quedar de brazos cruzados está vez, estaba preparada tenía mis armas, él desconocido era táctico pero yo tenía una mejor arma la astucia...