Especial Navidad

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CW: alcohol, angst, comfort

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Childe observó la gnosis en la mano de Signora, flotando a pocos centímetros de esta, desprendiendo un insistente brillo dorado. La propia extremidad de Zhongli se retiró, colocándose a su lado.

Los ojos de Childe se desviaron hacia el rostro del castaño, quien había estado evitando su mirada durante todo el tiempo que habían estado ahí de pie, incluso antes de la llegada del viajero. Childe tragó saliva, respirando pesadamente por la nariz, sintiendo el pecho pesado.

Signora y Aether dijeron algo, la voz aguda de Paimon sonando de fondo, con un tono de indignación en sus palabras.

Pero él solo tenía ojos para Zhongli, para Morax. Todo ese tiempo había sido Morax, Rex Lapis.

Apretó los puños y labios, los músculos de todo su cuerpo tensándose. ¿Por qué reaccionaba de esa forma? ¿Por qué su estómago se revolvía de forma violenta, y el calor de la ira por la tradición le corroía por dentro? ¿Por qué se sentía traicionado, si en primer lugar nunca hubo ninguna?

—Tartaglia, nos vamos —escuchó que le llamaba Signora, caminando hacia la puerta del banco; el sonido de sus tacones llenando el silencio de la gran sala. Childe la miró de reojo mientras pasaba por su lado, parándose a unos pasos detrás de él—. Debemos reunirnos en el Palacio Zapolyarny.

—No pienso compartir un barco contigo —espetó Childe, arrugando su expresión junto a una voz áspera.

—Tsk —Signora retomó su camino sin mirar atrás, la gnosis en su posesión—. Haz lo que quieras.

Childe miró al viajero y a Paimon, quienes lo observaban en silencio, expectantes. Miró por un segundo a Zhongli, solo para asegurarse de que no lo estaba observando de vuelta, cosa que en efecto, tenía razón. Todo su cuerpo se encontraba girado en la dirección opuesta al pelirrojo, su rostro hacia un lado y los ojos clavados en algún lugar de la habitación.

Se escuchó como la puerta era cerrada, los músculos de las cejas de Childe temblando al igual que sus labios, los cuales seguía apretando. Sentía la tensión aumentar a cada segundo que pasaba, las ganas de interrumpir el sepulcral silencio consumiendo más y más sus pensamientos; el reclamarle a Zhongli sus acciones. Pero, ¿qué le podía decir exactamente?

Childe respiró hondo, cerrando los ojos.

Quizás debía irse.

—¿Cómo has dicho? —preguntó Childe observando a Ekaterina, quien contuvo un suspiro. No la culpaba, ser su secretaria no era una tarea precisamente fácil.

—Debe quedarse en Liyue unos meses más, mi señor —respondió ella, su voz sonando cansada, exasperada incluso—. No es necesario que vuelva a Snezhnaya por el momento.

Childe se aguantó el impulso de gritar, mordiéndose el interior de la mejilla a cambio mientras apretaba sus puños sobre la madera del mostrador. Tenía que ser una broma, una broma de muy mal gusto.

—Está bien... —jadeó, extendiendo los dedos sobre la mesa, tratando de relajarse bajo la mirada de Ekaterina—. Está bien —repitió cerrando los ojos con una sonrisa forzada.

—¿Está seguro? —inquirió ella, inclinándose hacia él.

—Sí —sonrió Childe, abriendo los ojos para mirarla, la máscara de ella impidiendo el contacto visual—. Perfectamente, Katya. ¿Por qué tendría que estar mal? ¿Tengo aspecto de estarlo? —Había muchas razones para pensar eso. Ekaterina pareció querer decirlo, pero sus labios permanecieron sellados, aunque su expresión fue suficiente.

𝙕𝙝𝙤𝙣𝙜𝙡𝙞 𝙭 𝘾𝙝𝙞𝙡𝙙𝙚 [ 𝙊𝙣𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙨 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora